En las recientes elecciones alemanas, la ultraderecha ha vuelto a ganar terreno, duplicando su resultado anterior y obteniendo más del 20% de los votos. Este fenómeno, lejos de ser un hecho aislado, es el reflejo de tendencias más profundas que han ido calando en la sociedad alemana. Más allá de los temas coyunturales como la migración y la seguridad, la consolidación de la extrema derecha en Alemania responde a problemas estructurales que los partidos tradicionales han sido incapaces de abordar adecuadamente.
El Ascenso de la Ultraderecha y la Crisis de Representación
La irrupción de la AfD en el Bundestag en 2017 fue un shock para el sistema político alemán. Lejos de ser un fenómeno volátil, la ultraderecha ha logrado afianzarse y ampliar su base electoral, aprovechando la frustración de amplios sectores de la población con las élites políticas tradicionales. La clave de este éxito ha sido la capacidad de la AfD para capitalizar el miedo y el rechazo a lo desconocido, a través de un discurso nativista y autoritario que apela a un nacionalismo étnico.
La Trampa del Discurso Ultraderechista
Uno de los principales errores de los partidos del «centro democrático» ha sido caer en la trampa de adoptar el marco interpretativo (frame) de la ultraderecha sobre temas como la migración y la seguridad. Al intentar competir con la AfD en este terreno, han terminado por reforzar su narrativa y legitimarla, sin lograr frenar su avance electoral. Como señala el profesor Tarik Abou-Chadi, «siempre que se hable de migración en los términos que plantea la derecha radical, ella saldrá beneficiada».
Problemas Estructurales y la Necesidad de un Enfoque Integral
Detrás del auge de la ultraderecha en Alemania se esconden problemas estructurales que van más allá de la coyuntura migratoria o de seguridad. Cuestiones como la recesión económica, la falta de inversión en infraestructura y digitalización, y el envejecimiento demográfico, son temas que han quedado relegados en la agenda política, mientras los partidos se enfrascaban en un discurso cada vez más radicalizado sobre la inmigración.
El Peligro de Ignorar las Causas Profundas
Al centrarse en temas como la seguridad y la migración, los partidos tradicionales han dejado de lado problemas estructurales que afectan directamente la calidad de vida y la estabilidad social de los alemanes. Esta estrategia, lejos de frenar el avance de la ultraderecha, ha terminado por fortalecerla, al alimentar la narrativa de que los partidos del «establishment» son incapaces de abordar los problemas reales del país.
Lecciones del Caso Danés y la Necesidad de una Alternativa Progresista
El caso de Dinamarca, donde la socialdemocracia adoptó políticas antiinmigración similares a las de la ultraderecha, demuestra que esta estrategia no es efectiva para contener el avance de los partidos radicales. Por el contrario, ha generado un deterioro de las condiciones de los migrantes y un fortalecimiento del discurso nativista, sin lograr reducir significativamente la cantidad de solicitantes de asilo o aumentar las deportaciones.
La Importancia de una Agenda Progresista
Los avances electorales de la socialdemocracia danesa se relacionan más con sus políticas económicas y sociales progresistas que con la adopción de la agenda de la ultraderecha. Esto sugiere que la clave para frenar el ascenso de la extrema derecha en Alemania radica en abordar los problemas estructurales del país a través de un enfoque integral y de izquierda, que ofrezca soluciones concretas a las necesidades de la población.
Conclusión: Alemania en la Encrucijada
La consolidación de la AfD en Alemania es un fenómeno complejo que refleja tendencias más profundas en la sociedad alemana. Si los partidos tradicionales no logran abordar los problemas reales del país y dejan de caer en la extorsión ultraderechista, la visión del mundo de la extrema derecha podría ganar cada vez más adeptos, poniendo en riesgo la estabilidad de la democracia alemana.
Alemania se encuentra en una encrucijada crucial: si no logra ofrecer soluciones a los problemas estructurales que afectan a su población, podría dejar de ser la excepción y convertirse en un nuevo bastión de la ultraderecha en Europa.
