En una noche llena de emoción y suspense, Javiera Acevedo se alzó como la gran triunfadora de la segunda temporada de «Top Chef Vip», un programa que ha cautivado a los televidentes chilenos. Luego de una intensa competencia, en la que Acevedo se enfrentó a otras dos talentosas participantes, Eskarcita y Disley Ramos, la actriz logró impresionar al exigente jurado con su destreza culinaria y su capacidad para desarrollar un concepto único en torno a su vida.
Javiera Acevedo, conocida por su versatilidad en la actuación, demostró que su pasión por la cocina es igual de impresionante. Durante la final, los concursantes debían preparar un menú de tres tiempos, cada uno con un enfoque particular sobre sus vidas y trayectorias. Acevedo supo plasmar su esencia en cada uno de los platos, cautivando a los jueces con su creatividad y habilidad técnica.
«Me faltan las palabras. Qué lindo se siente, qué rico camino y lo mejor es haber disfrutado el camino hasta aquí», expresó una emocionada Javiera Acevedo al recibir el trofeo de la competencia.
Además del prestigioso título, la ganadora se hizo acreedora de un premio de 30 millones de pesos y un New Jolion Pro de Great Wall Motors, un automóvil valuado en casi $18 millones. Esta victoria no solo representa un logro personal para Acevedo, sino también un hito en su carrera, demostrando que su talento va más allá de la actuación.
La final de «Top Chef Vip» contó con la presencia de Belén Mora, la ganadora de la primera temporada, quien acompañó a las finalistas con una última arenga. El jurado, conformado por Sergi Arola, Fernanda Fuentes y Benjamín Nast, tuvo la difícil tarea de elegir a la mejor de las tres participantes, decantándose finalmente por la destacada actuación de Javiera Acevedo.
Esta victoria de Javiera Acevedo en «Top Chef Vip» no solo la consagra como una talentosa cocinera, sino que también abre nuevas puertas en su carrera artística. Su capacidad para combinar su pasión por la actuación con su destreza culinaria la convierte en una figura inspiradora, que demuestra que los límites del talento son infinitos.