Abandono y falta de un plan claro en Viña del Mar
El incendio de Viña del Mar ha sido una de las mayores tragedias que ha azotado a la ciudad. Si bien los números ilustran su magnitud, lo más alarmante es el abandono y la falta de un plan de acción adecuado. Si esta situación persiste, cualquier esfuerzo de reconstrucción estará condenado al fracaso.
El abandono y la inacción
El abandono se ha hecho presente en diversas facetas a lo largo de los casi dos meses que han transcurrido. Éste no sólo se evidencia en la disminución de ayudas y voluntarios, sino también en la inacción y la falta de coordinación entre diversos tomadores de decisión. De hecho, una de las cosas más impactantes fue que, a pesar de la devastación de cerros y miles de viviendas, algunas autoridades ni siquiera interrumpieron su descanso para retomar sus funciones. ¿Hubieran actuado igual en Santiago? Lo dudo.
La parálisis a nivel local
La parálisis también se grafica a nivel local. En un acto de mal gusto, la alcaldesa Ripamonti prefirió el proselitismo legislativo y la constante crítica a autoridades que, al igual que ella, son parte del oficialismo. Pensar que las inmobiliarias incendian ciudades para luego construir no solo es falaz, sino que da cuenta de que no existe claridad ni estrategias concretas para abordar la crisis.
Un plan de Gobierno insuficiente
El resumen ejecutivo del plan de Gobierno publicado hace algunos días es un claro ejemplo. Contrario a lo esperado, este no responde a la lógica de haberse hecho un catastro para delinear estrategias claras al momento de intervenir. Ello se ve en que se lista más de 250 medidas sin métricas ni hilo conductor, incluyendo algunas que ya están en funcionamiento, como el uso de subsidios y la construcción en terreno propio, pero que no reconocen la heterogeneidad local y los múltiples desafíos en la zona; similarmente, la declaración de áreas de riesgo de incendio no responde al desafío de reconstrucción ni al hecho de que gran parte de estos son habitados por campamentos que no cumplen con ningún tipo de regulación.
La complejidad del desafío
Para ilustrar lo anterior, no es lo mismo una vivienda afectada en un barrio dentro del radio urbano que una en un campamento. Estos últimos suelen ser los primeros en ser reconstruidos, lo que implica que uno de los principales riesgos (el uso de materiales no normados) se reinstale en el mismo sitio. Asimismo, reconstruir conjuntos de viviendas, como sucede en unidades pareadas en El Olivar, difiere de hacerlo con casas unifamiliares donde las medidas pueden ser más flexibles.
El desafío de la reconstrucción
Ante ello, sólo se menciona el reconocimiento de 17 áreas de intervención donde se realizará planificación urbana. ¿No era el catastro una herramienta para definir con mayor profundidad? Y es que, si queremos ayudar realmente a los damnificados, se necesitará mucho más que reproches, la ficha FIBE o un listado de medidas multidimensionales pero inconexas.
Los obstáculos en el camino
En síntesis, ante un Gobierno con poca capacidad de gestión, la falta de un plan bien desarrollado y una oferta que se contrae cada vez más, el optimismo es escaso, lo cual se percibe en visitas a terreno. Esto conduce a que las promesas del presidente Boric, tales como “nadie se quedará sin techo para el invierno”, o que “la reconstrucción no tomará más de dos años” -situación que ahora se pospone a cinco -, se transformen en meras declaraciones de buenas intenciones, ya que la realidad no ofrece buenos augurios para Viña del Mar.