Introducción
En el famoso tema musical ‘Cálido y frío’ del cantante Franco De Vita, se describe una relación de pareja cambiante y difícil de predecir, que transita del cariño a la indiferencia. Esta metáfora de los vaivenes de temperatura refleja de manera acertada lo que ha sido la gestión del Gobierno del presidente Boric en materia económica en estos primeros dos años de gobierno.
El inicio prometedor
Tras un notable triunfo electoral y múltiples aprehensiones del sector empresarial, el nombramiento del reputado economista Mario Marcel como ministro de Hacienda fue una señal positiva reconocida de forma transversal. Se optaba por un perfil más tradicional, cercano a lo que fueron los jefes de finanzas durante el período de la Concertación, y se relegaba a un segundo plano a ciertas voces que propulsaban un cambio drástico al ‘modelo’.
Sin embargo, la Convención Constitucional marcó un punto de inflexión. El oficialismo en masa se volcó a defender y apoyar un proyecto político radical transformado en texto constitucional, que planteaba amenazas económicas como una mirada de sospecha al crecimiento, autonomías territoriales indígenas y fuertes limitaciones al ‘extractivismo’.
La agenda económica
A pesar de los obstáculos, el ministro Marcel retomó su agenda y planteó avanzar en un ambicioso Pacto Fiscal. Se prometían reformas para fortalecer la transparencia, reducir la elusión de impuestos y una agenda de impulso al crecimiento a través de la inversión, la productividad y la formalización de la economía. Sin embargo, en estos dos años lo cálido ha tendido rápidamente a helar, y es el frío la temperatura ambiente que predomina.
Desafíos pendientes
En cuanto a la Estrategia Nacional del Litio, aún no hay claridad respecto a elementos cruciales de la estrategia del gobierno, en un contexto de baja sostenida de los precios del mineral. En materia de modernización del Estado, han sido solo anuncios y todavía no hay luces de esperados proyectos de ley en empleo público y mejora de la calidad regulatoria.
En cuanto a la permisología, diversas voces han señalado que los proyectos del gobierno no moverán la aguja para atraer inversión. La iniciativa de permisos sectoriales, si bien está correctamente inspirada, no muestra una apertura ambiciosa y potente hacia la simplificación regulatoria y la priorización de instrumentos distintos a la autorización para agilizar proyectos.
En materia de permisología ambiental, la situación es aún más preocupante. Un proyecto anunciado como pro inversión resulta ser la materialización de una agenda ambientalista, generando expectativas que se verán defraudadas.
Conclusión
Con la mitad del período presidencial cumplido y la situación de bajo crecimiento y estancamiento del empleo formal, se necesita un gobierno que tome medidas decididas para salir del pantano. Lamentablemente, al interior del Ejecutivo conviven visiones opuestas, lo que ha llevado a imponer términos que no favorecen el crecimiento económico. Parece que se avecina un largo invierno en la gestión económica del gobierno.