Las Fuerzas Armadas de Ecuador toman el control de las cárceles
Las prisiones se han convertido en el objetivo principal de las operaciones de las fuerzas estatales para combatir a las bandas del crimen organizado en Ecuador. Con continuos operativos, las autoridades han logrado requisar armas y objetos prohibidos que estaban en posesión de estos grupos delictivos, ahora catalogados como terroristas por el Gobierno.
Fruto de estos operativos, se han decomisado grandes arsenales de armas, incluyendo fusiles, pistolas, granadas y chalecos antibalas, así como miles de balas y cantidades significativas de droga. En algunos casos, los militares han tenido que romper paredes o falsos techos para encontrar los escondites donde estas bandas criminales guardaban su armamento, además de descubrir que tenían acceso a internet y otros lujos que les han sido retirados por las autoridades.
El objetivo: evitar que las bandas criminales retomen el control de las cárceles
Las Fuerzas Armadas de Ecuador tienen la intención de permanecer dentro de las prisiones el tiempo que sea necesario para evitar que las bandas criminales, dedicadas principalmente al narcotráfico, vuelvan a adueñarse de los centros penitenciarios. Durante años, estas cárceles fueron bases del crimen organizado y escenarios de conflictos entre bandas que luchaban por el control de las instalaciones.
Desde el año 2020, se han registrado una serie de masacres carcelarias en las que han perdido la vida más de 450 presos debido a las rivalidades entre las bandas. Los presos incluso tenían que pagar cupos para recibir comida, lo que evidenciaba la falta de seguridad y el control que mantenían estas organizaciones delictivas dentro de las cárceles.
El cambio en las cárceles ecuatorianas
Una de las cárceles más afectadas por la violencia y las masacres fue la prisión de Latacunga, la segunda más grande de Ecuador. Sin embargo, desde que los militares asumieron temporalmente la custodia de la prisión en lugar del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Privadas de la Libertad (SNAI), la situación ha cambiado drásticamente.
Los militares han logrado imponer el orden en la cárcel de Latacunga, donde los presos ahora realizan tareas de limpieza y mantenimiento del centro carcelario. Además, se les garantiza las tres comidas al día, sin tener que pagar cupos ni sufrir abusos por parte de otros presos. La rutina de orden impuesta por los militares es prácticamente inédita para los reclusos.
Rechazo a las denuncias de excesos
A pesar de las denuncias de presuntas violaciones a los derechos humanos de los presos, los militares han asegurado que en ningún momento han vulnerado los derechos de los privados de libertad. Han negado cualquier maltrato o abuso, y han afirmado que se ha impuesto el orden y la igualdad entre los presos.
Ante las denuncias, un juez ha ordenado una investigación a la Defensoría del Pueblo, que ha podido acceder a los recintos carcelarios para constatar la situación de los reos. El Gobierno tiene la intención de que el SNAI recupere su competencia interna sobre las prisiones una vez que la situación esté estabilizada, pero también se plantea la posibilidad de que los militares se encarguen permanentemente del control de acceso a los recintos carcelarios.