Investigadores neerlandeses crean un modelo de cerebro humano en miniatura con tejido cerebral fetal
Un grupo de investigadores neerlandeses ha logrado un avance significativo en biotecnología al simplificar la construcción de modelos de cerebro humano en miniatura. Utilizando tejido cerebral fetal en lugar del complejo proceso de proliferación de células madre, han desarrollado un organoide cerebral del tamaño de un grano de arroz.
Aunque este órgano en miniatura carece de pensamientos o emociones, se ha convertido en un valioso modelo para investigar trastornos cerebrales y su tratamiento. Sin embargo, la investigación ha enfrentado desafíos éticos debido a que el tejido cerebral fetal proviene de abortos electivos, lo cual varía según las normativas de cada país.
En los Países Bajos, los investigadores del Centro Princesa Máxima de Oncología Pediátrica y del Instituto Hubrecht han colaborado con expertos en bioética para desarrollar este método.
Beneficios de utilizar tejido cerebral fetal en la investigación
Por las dificultades de conseguir este tipo de tejido, los científicos se habían centrado en los organoides derivados de células madre. Sin embargo, los organoides creados a partir de tejidos cerebrales presentan ventajas significativas para la investigación.
Estos organoides reflejan un estado de desarrollo nativo y pueden crecer durante más de seis meses en una placa, lo que permite a los científicos multiplicarlos y cultivar muchos similares a partir de una sola muestra de tejido. Esto marca una diferencia importante en comparación con los organoides de células madre, que tienen una vida útil más corta.
Además, los fragmentos de tejido cerebral fetal se autoorganizan en capas tridimensionales, incluyendo diferentes tipos de células como neuronas y glía radial, características específicas del cerebro humano. Estos organoides también responden a señales químicas similares a un cerebro vivo.
Aplicaciones futuras y colaboración con expertos en bioética
El equipo de investigadores ha utilizado estas miniestructuras y la herramienta de edición genética CRISPR-Cas9 para simular el desarrollo de un tipo de tumor cerebral llamado glioblastoma y observar cómo responde a diferentes fármacos.
El equipo planea continuar explorando las capacidades de estos organoides cerebrales y colaborar con expertos en bioética. Benedetta Artegiani, del Centro Princesa Máxima, enfatiza la importancia de estos modelos para comprender cómo los errores en el desarrollo cerebral pueden conducir a enfermedades neurodegenerativas y cánceres cerebrales en niños.