Introducción
En medio del estallido social del 2019, los partidos políticos y el Parlamento chileno acordaron que era necesario redactar una nueva Constitución para resolver la crisis latente en el país. Sin embargo, la llegada de la pandemia de Covid-19 trajo cierta calma momentánea y desvió la atención de esta urgente necesidad. Ahora, con un nuevo presidente en el poder, Gabriel Boric, se plantea nuevamente la discusión sobre el futuro de la Carta Magna.
El proceso de redacción
El primer intento de redacción de una nueva Constitución en Chile fracasó debido a la inestabilidad del electorado y a la falta de consenso entre los diferentes actores políticos. En esta nueva oportunidad, se eligió un Consejo donde el conservadurismo obtuvo una inesperada mayoría, generando preocupación en aquellos que buscaban un acercamiento de extremos.
El anteproyecto elaborado por expertos resultó en un texto relativamente corto y equilibrado, pero el Partido Republicano, liderado por José Antonio Kast, está haciendo todo lo posible para transformar el anteproyecto en su propio proyecto político. Sus concejales se empeñan en agregar enmiendas que alargan el texto y eliminan resultados de la última media centuria en democracia.
Las posturas políticas
Es preocupante ver cómo los partidos que se autodenominan de centroderecha están apoyando las acciones del Partido Republicano en lugar de actuar como atenuantes y buscar un texto serio, moderno y aceptable para la mayoría de los chilenos. Incluso Evelyn Matthei, de la UDI, está enterrando la conducta de su partido en favor de las posturas del PR.
Por otro lado, destaca la actuación positiva de Evópoli, a través de su presidenta Gloria Hutt, quien muestra comprensión respecto a las necesidades del país para regir su legislación en las próximas décadas.
Conclusiones
Todo indica que el proceso de redacción de una nueva Constitución en Chile no llegará a buen puerto. Esto significa que el presidente Gabriel Boric no podrá realizar sus proyectos y que se han gastado fortunas en un país endeudado y con una economía en declive. Mientras tanto, temas como la seguridad, la inflación, el progreso y el trabajo quedan en segundo plano, lo que genera preocupación en la población.
En resumen, el futuro de la Constitución en Chile sigue siendo incierto y las divisiones políticas continúan obstaculizando el avance del país. Solo el tiempo dirá cuál será el destino de la Carta Magna y cómo afectará a la sociedad chilena en los próximos años.
