¿Parole, parole…?
La famosa canción interpretada por Mina Mazzini y traducida a cien idiomas se refiere a todas las mentiras que hay en las palabras (parole) del hombre a quien amaba. Algo semejante pasa con nuestro Gobierno, encabezado por el Presidente, que ya ha conferido tantas promesas que finalmente se torcieron o fueron negadas, contradichas o simplemente olvidadas en breve después de pronunciarlas, resultaron en una parola: mentiras, que ya nadie puede creer, creerles. Ni a Él, ni a sus ministros, subsecretarios y otros socios incondicionales.
Es imposible enumerarlas (las mentiras) porque se producen casi diariamente; no hay manera de resumirlas entre pequeñas y grandes, importantes o insignificantes. La descentralización del poder; la rebaja de remuneraciones de los legisladores y ejecutivos; la prometida lucha contra el crimen organizado, el narco y el terrorismo; las mejoras en la calidad de educación; el restablecimiento de la seguridad; la modernización del Estado… son solo una infinita parte de mentiras, de no cumplir lo prometido sino simplemente olvidarlo o directamente hacer lo contario.
La desconfianza en la política chilena
La infaltable aparición y pública retórica diaria de Boric ya no conquista a ningún/a chileno/a, sus palabras se consideran vanas, pomposas y casi siempre vacías; hasta ya aburridas. Es capaz el mismo día contradecirse, como cuando llama al diálogo y unidad en la mañana y apenas unas horas después incita a sus partidarios a la “revolución”… Solo bajo una ya insoportable presión está nuestro presidente o sus ministros dispuestos a cambiar algo para mejorar, o para deshacerse de alguien de entre sus colaboradores mentirosas/os o incapaces para el puesto designado.
Lo acontecido recientemente, el rechazo de la invitación de honor a Chile a la Feria de Libros más importante de mundo en Frankfurt es otra promesa incumplida, otra mentira. Escabullirse detrás la falta de recursos para la promoción de la literatura chilena es un típico atentado más contra la cultura (como lo es la funesta actuación de su amigo, el ministro de Educación) y la penetración al mundo de nuestros escritores, escritoras y poetas. Se gastan billones en cosas fallidas e inútiles (p.e. el Gas de Chile), en la contratación de miles de nuevos empleados públicos, en diarios viajes al extranjero o al interior del país…pero para exponer a Chile ante el mundo culto no hay plata, a pesar de haber prometido – y hasta organizado – nuestra participación. La cantante se queja: “che cosa sei”, ¿qué cosa eres? Comparando lo que proclamaba el camarada Gabriel hace unos años con lo de hace meses u hoy, nos lleva a la esa misma pregunta.