Introducción
Esta semana, la Agencia de Calidad de la Educación entregó los resultados del SIMCE 2023. Este es una prueba estandarizada censal y anual, que busca medir parcialmente la calidad de la educación recibida por los estudiantes de 4° básico y II° medio de todo el país, en Matemáticas y Comprensión Lectora.
Sus resultados indican el estándar de aprendizaje que ha alcanzado cada alumno: adecuado (demuestra su conocimiento curricular de manera satisfactoria), elemental (lo hace de manera parcial) e insuficiente (no lo hace de forma consistente).
El SIMCE 2023 era esperado porque muestra un retrato del estado de la educación en la actualidad post pandemia. Después de las caídas más profundas en los puntajes y estándares de aprendizaje de la última década, era esperable que, por un efecto “rebote”, explicado meramente por la vuelta a las aulas, los puntajes se recuperaran parcialmente.
Resultados del SIMCE 2023
En Matemáticas, en 4° básico se recuperaron los niveles pre-pandemia y en 2° medio se avanzó la mitad de la brecha. En Comprensión Lectora, por otro lado, los puntajes no cambiaron significativamente, así como no habían caído después del cierre de escuelas.
En 4° básico, un 23,7% de los estudiantes alcanzó el nivel adecuado en Matemáticas y un 43,1% en Lectura. En II° medio, un 17,9% obtuvo un nivel adecuado en Matemáticas y un 20,2% en Lectura. Todos estos porcentajes representan una mejoría respecto del año anterior.
Sin embargo, significan que cerca de 4 de cada 5 estudiantes que el próximo año egresarán de media no poseen un conocimiento adecuado del currículum nacional en las materias evaluadas. Aún más, en Matemáticas, un 50,5% de los estudiantes de II° medio tuvo un desempeño insuficiente en la prueba.
Desigualdades en la recuperación
La recuperación de la brecha pandémica, en este respecto, estuvo impulsada por los grupos socioeconómicos medio-alto y alto; en los grupos de menores ingresos, los puntajes no cambiaron significativamente.
La recuperación parcial del sistema es una buena señal y se debe principalmente al esfuerzo de las comunidades educativas (estudiantes, familias y escuelas) por recobrar algo que parecía perdido: una vinculación persistente y sana con la enseñanza. Si bien este esfuerzo no pudo alcanzar a todos (como muestran los índices de asistencia y de deserción), el compromiso con la educación de la mayoría de los sostenedores y escuelas fue crucial para las mejoras observadas.
La importancia de la reactivación educativa
Lo anterior hace pensar también que, si la acción del Ministerio hubiera sido eficaz y oportuna respecto a la reactivación educativa —aún no lo es—, la recuperación del sistema educativo podría haber sido más rápida y beneficiosa. Las acciones del Plan de Reactivación no han estado focalizadas en las áreas donde se observaron mejoras y sólo se han aplicado hace unos pocos meses, con bajo alcance y recursos.
La resiliencia de los estudiantes, familias y escuelas frente a la crisis educativa, que mostró el conjunto de resultados SIMCE, debería brindar una oportunidad para que el Gobierno priorice la reactivación en su agenda, dotando de recursos, herramientas y autonomía a las comunidades educativas. Mientras la recuperación de la enseñanza siga en las postrimerías del discurso y acción ministerial, los estudiantes y las escuelas quedarán a merced de sus propios instrumentos y recursos, no siempre suficientes para enfrentar la magnitud de la tarea requerida.