Estudiantes técnicos profesionales y educación superior: una realidad compleja

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Estudiantes técnicos profesionales y educación superior: una realidad compleja

¿Qué ocurre con los estudiantes que provienen de establecimientos Técnico Profesionales (TP) al enfrentarse al proceso de admisión a la educación superior? ¿Es realmente la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES) el mecanismo más inclusivo para este segmento de la población académica? Estas son preguntas que surgen al analizar las cifras y datos proporcionados por el Ministerio de Educación.

Según los datos del Mineduc, solo 57.314 estudiantes TP rindieron la PAES para el proceso 2023, en comparación con los 184.738 alumnos de establecimientos científico-humanistas (HC) que sí se presentaron. Además, los alumnos TP obtuvieron puntajes más bajos en comparación con los HC, lo que refleja una brecha en el nivel de preparación y conocimientos.

La problemática no se limita solo al acceso y la postulación, sino también a la matrícula y los beneficios estatales. Solo el 62% de los estudiantes TP postula al Formulario de Acreditación Socioeconómica (FUAS), en comparación con el 72% de los HC. Además, el 40% de la matrícula corresponde a estudiantes TP, mientras que el 54% pertenece a los HC. En cuanto a los beneficios estatales, el 86% de los jóvenes de establecimientos técnico-profesionales los obtiene, en comparación con el 68% de los estudiantes de establecimientos científico-humanistas.

Esta realidad compleja y multifactorial requiere un análisis profundo y acciones concretas. Los estudiantes TP pertenecen a los deciles más bajos de la población, por lo que son los más propensos a recibir beneficios para ingresar a la educación superior. Sin embargo, son los que presentan una menor matrícula, una menor participación y puntaje en la PAES, y lo que es más preocupante, son los que menos postulan a los beneficios estatales.

El principal problema identificado es el desconocimiento de los beneficios. Los estudiantes técnicos profesionales pueden acceder a la gratuidad y otros beneficios socioeconómicos, pero no están postulando a ellos. Esto se debe a una baja utilización de las herramientas diseñadas por el Estado y a la escasez de orientación en los establecimientos TP. La asignatura de orientación es obligatoria solo hasta II° medio, lo que limita la información y el apoyo que reciben los estudiantes en este aspecto.

Es necesario comenzar con acciones concretas para subsanar estas falencias. No solo deben existir políticas postegreso pensadas en los jóvenes TP, sino que también es primordial que estas comiencen antes, a través de información y el uso eficiente de la asignatura de orientación. Motivar a estos jóvenes desde sus inicios escolares, abordar sus expectativas y entregar información sobre acceso y beneficios son aspectos fundamentales para mejorar sus trayectorias educativas.

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