El icónico piscinazo del Festival de Viña: una tradición que debe regresar
Kenita Larraín, reconocida por su participación en el Festival de Viña del Mar y su papel en el mundo del espectáculo, ha compartido su opinión sobre el icónico piscinazo que solía ser parte del certamen. En medio de la efervescencia que se vive cada año por este evento, Larraín ha destacado la importancia y el valor que tenía esta tradición en el pasado.
Aunque en la actualidad el concepto de reina ha evolucionado hacia el de embajadora, y el reinado de Viña ya no se centra tanto en la belleza física, el piscinazo sigue siendo una tradición arraigada en la Quinta Vergara. Kenita Larraín ha señalado que, para ella, el piscinazo original no tenía nada de malo y era una actividad linda y característica del festival.
¿En qué consistía el piscinazo de Viña del Mar?
El piscinazo es una parte emblemática del Festival de Viña del Mar, un evento que se celebra anualmente en Chile. La tradición se remonta a la década de 1980, y consistía en que las candidatas a reina del festival participaban en una competencia que incluía lanzarse a una piscina, generalmente ubicada en la Quinta Vergara, mientras vestían trajes de baño o prendas de ropa adecuadas para la ocasión. El piscinazo era un evento muy esperado tanto por los espectadores presentes en el lugar como por los televidentes que seguían el festival a través de la televisión.
A lo largo de los años, el piscinazo fue cambiando de acuerdo con los nuevos valores y enfoques del festival. Aunque ya no es tan prominente como en décadas pasadas, sigue siendo una parte importante de la historia y el folclore del Festival de Viña del Mar.
La opinión de Kenita Larraín
Con el paso del tiempo, el piscinazo fue evolucionando y Kenita Larraín ha expresado su descontento con la dirección que tomó esta tradición. Señaló que, al principio, el piscinazo era más sutil, pero con el tiempo se convirtió en una competencia por ver quién se destapaba más, algo que no le parecía adecuado en los tiempos actuales.
Larraín ha dejado claro que estaría a favor de que volviera el tradicional piscinazo, porque considera que era algo que llevaba un sello particular al Festival de Viña del Mar y que era lindo y no tenía nada de malo. Según ella, el piscinazo original era más simple: era ponerse un bikini y lanzarse a la piscina, y luego la nueva reina hablaba con la prensa.
Su opinión refleja un deseo de mantener viva una parte importante de la historia y el folclore del festival, recordando que, en su forma original, el piscinazo era una celebración simple y festiva, sin connotaciones negativas hacia la mujer. Kenita Larraín ha expresado su apoyo al retorno del piscinazo al Festival de Viña, destacando su valor como una tradición emblemática y sin connotaciones negativas.