En su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, lanzó un mensaje directo a los líderes mundiales que condenan públicamente a Israel pero le agradecen en privado.
Netanyahu afirmó que aquellos países que han reconocido recientemente el Estado de Palestina, como Francia, Reino Unido o Australia, «recompensan a los más antisemitas del mundo». Además, se dirigió directamente a Hamás, advirtiendo que si liberan a los rehenes cautivos en Gaza, «vivirán», y que si no lo hacen, Israel «los perseguirá».
La Hipocresía de los Líderes Mundiales
En un tono firme y acusatorio, Netanyahu denunció la doble moral de algunos líderes que critican a Israel públicamente, pero le agradecen en privado. «Líderes que nos condenan en público, nos agradecen en privado», afirmó el primer ministro israelí.
Esta declaración pone de manifiesto la compleja dinámica geopolítica que rodea a Israel, donde parece existir una brecha entre el discurso público y las verdaderas relaciones diplomáticas. Netanyahu buscó exponer esta hipocresía, exigiendo a la comunidad internacional que sea más coherente y transparente en su posición hacia Israel.
Exigencia a Hamás y Advertencia a Países Reconocedores de Palestina
Además de abordar la actitud de los líderes mundiales, Netanyahu se dirigió específicamente a Hamás, el grupo palestino que controla la Franja de Gaza. El primer ministro israelí les exigió que liberen a los rehenes cautivos, advirtiendo que, de lo contrario, Israel «los perseguirá».
Por otro lado, Netanyahu criticó duramente a los países que han reconocido recientemente el Estado de Palestina, como Francia, Reino Unido y Australia. Según el líder israelí, estas naciones «recompensan a los más antisemitas del mundo», lo que sugiere que considera este reconocimiento como un acto de apoyo a posturas anti-israelíes.
El discurso de Netanyahu en la ONU refleja la compleja situación geopolítica que enfrenta Israel, donde busca equilibrar su posición en la escena internacional y exigir coherencia a sus críticos, al tiempo que presiona a actores clave como Hamás y a países que han reconocido a Palestina.