Sudán se enfrenta a una devastadora guerra que ha desencadenado la peor crisis humanitaria del planeta, pero que, según lamenta Daniel O’Malley, jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en el país africano, está siendo «ignorada» por la comunidad internacional.
En una entrevista con EFE en Nairobi, O’Malley destaca que «los números de desplazados, de muertos, de heridos, de familias separadas, de detenidos, estadísticamente es terrible» en este conflicto que, tras más de dos años, no muestra signos de resolución. Incluso afirma que las cifras son más alarmantes que las de Gaza o Ucrania.
Infraestructura Vital Destruida
Uno de los aspectos más preocupantes de esta crisis es el ataque sistemático a la infraestructura básica del país. Se estima que cerca del 80% de los centros sanitarios de Sudán no están operativos debido a la guerra. Además, escuelas y otras instalaciones esenciales han sido destruidas, lo que el CICR considera «ataques selectivos» y no simples daños colaterales.
Estos daños a la infraestructura han desencadenado un brote de cólera sin precedentes, que se ha extendido a los 18 estados de Sudán y ha dejado más de 105.000 casos y 2.600 muertes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Violencia Sexual como Arma de Guerra
Otra consecuencia devastadora de este conflicto es el uso sistemático de la violencia sexual como «arma de guerra». Según O’Malley, cada vez que un territorio cambia de manos entre los numerosos grupos involucrados, se producen casos de violencia sexual de manera regular. La ONU ha documentado más de 500 víctimas desde el inicio del conflicto.
Impacto a Largo Plazo
El responsable humanitario advierte que, incluso si la guerra terminara mañana, los efectos de este conflicto seguirán durando mucho tiempo. Esto se refleja, por ejemplo, en la gestión e identificación de los cadáveres, con cientos o miles de cuerpos enterrados apresuradamente en espacios públicos de la capital, Jartum, que el CICR está exhumando y volviendo a enterrar de manera digna para su futura identificación.
En resumen, la crisis humanitaria de Sudán es una de las peores del mundo, con cifras devastadoras de víctimas y una infraestructura básica destruida. Sin embargo, parece estar siendo ignorada por la comunidad internacional, lo que deja a la población en una situación desesperada y con un impacto que se prolongará durante años.