13.9 C
Santiago
sábado, agosto 23, 2025

Cuando el Poder se Vuelve Tierno: La Nueva Generación de Líderes Millennials

Noticias más leídas

La generación de Gabriel Boric ha redefinido el ejercicio del poder: ya no como sacrificio, sino como afirmación personal. Pero, ¿qué pierde una república cuando el deber se somete al equilibrio afectivo y la empatía se vuelve estrategia?

El Sacrificio Perdido: Generaciones en Pugna

«Liderar tiene un costo. Los verdaderos líderes están dispuestos a pagarlo: sacrificar el interés propio y anteponer el bien común al personal». Esta frase, sacada del libro Los líderes comen al final del pensador contemporáneo Simon Sinek, nos recuerda que el ejercicio del poder implica, inevitablemente, una renuncia. Y esa tensión —entre el deber y el deseo, entre lo colectivo y lo personal— reaparece hoy con nuevos códigos generacionales.

En el caso del presidente Gabriel Boric, la llegada de su hija durante el ejercicio del poder no solo marca un hito biográfico: es también un gesto político deliberado, que refleja un modo de concebir el liderazgo donde la vida privada no se subordina al deber público, sino que se entrelaza con él como parte del mensaje.

Del Deber al Deseo: La Ética del Equilibrio

Los líderes de la generación anterior —quienes crecieron bajo el peso de la reconstrucción posbélica o las dictaduras del siglo XX— entendían el poder como un acto de renuncia personal en favor de un propósito colectivo. Había en ellos una disposición a postergar la vida privada por el bien público.

En contraste, la generación nacida en democracia, criada entre discursos de autoexpresión, desarrollo personal y horizontalidad, ve la política con otros ojos. El poder ya no es una carga, sino un espacio de realización. La ética del sacrificio da paso a la ética del equilibrio, lo cual es comprensible en un mundo que ha aprendido (a veces con dolor) los costos del burnout y el autoritarismo.

¿Puede un Presidente Permitirse ese Equilibrio?

El caso de Boric no es una anécdota: su estilo elude el sacrificio, reflejado en no haber concluido sus estudios, no haber dejado una huella legislativa clara, su resistencia a los ritos institucionales y, ahora, su elección de vivir la paternidad en pleno mandato. Uno podría argumentar que el costo de esa mirada ya se refleja: Chile está en pausa, sin grandes reformas, sin norte claro, con una ciudadanía cansada y una política cada vez más desfondada.

Pero también hay que considerar que el nacimiento de su hija no parece ser una decisión improvisada, sino un acto deliberado. Es una forma de decir que el ejercicio del poder puede y debe adaptarse a los ciclos personales, que no hay incompatibilidad entre liderar un país y criar a una hija. Ese mensaje, que apela a la sensibilidad de una parte importante del electorado, también responde a una estrategia comunicacional, donde los gestos de ternura buscan generar empatía y cercanía.

¿Un Nuevo Paradigma o una Renuncia al Compromiso?

Es tentador pensar que este nuevo estilo político representa una evolución: una política más humana, más consciente de la vida y la salud mental. Pero también es legítimo sospechar que hemos perdido algo en el camino. Que sin sacrificio, el poder se vuelve cómodo. Que sin renuncia, el liderazgo se transforma en administración tibia. Y que sin entrega, la transformación se vuelve improbable.

Al final, el dilema es filosófico: ¿puede existir lo colectivo sin lo trágico? ¿Puede haber épica sin dolor? Si todo debe acomodarse a los ritmos personales, entonces tal vez el poder no sea el lugar para estar. Porque liderar —de verdad— siempre ha implicado algo de mutilación personal.

No pedimos mártires. Pero tal vez sí figuras que comprendan que el deber no siempre se alinea con el deseo, y que la verdadera autoridad nace, a veces, del gesto de postergarse.

Mas Noticias

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Últimas Noticias