El mundo de las letras se vio conmocionado por la reciente partida de Mario Vargas Llosa, el aclamado escritor peruano y ganador del Premio Nobel de Literatura 2010. Sin embargo, lo que muchos desconocían es que en sus últimos años, Vargas Llosa enfrentó una dura batalla contra una enfermedad incurable que lo obligó a reducir su vida pública y a centrarse en su círculo más íntimo.
Según reveló un artículo del diario El País, en enero de 2020, Vargas Llosa fue diagnosticado con una grave dolencia cuyo nombre no se hizo público, pero que se sabe que no tenía cura. Esta noticia marcó un punto de inflexión en la vida del célebre autor, quien a partir de entonces se retiró gradualmente de los reflectores, concentrándose en pasar más tiempo con sus hijos Álvaro, Morgana y Gonzalo.
Confinamiento y Hospitalización: Enfrentando la Adversidad
Durante los últimos años de su vida, Vargas Llosa pasó gran parte de su tiempo en su departamento en Madrid, acompañado por su expareja, Isabel Preysler. El confinamiento impuesto por la pandemia de COVID-19 también lo afectó, limitando aún más sus desplazamientos.
A pesar de su delicado estado de salud, Vargas Llosa tuvo que ser hospitalizado en dos ocasiones en los últimos tres años de su vida. Sin embargo, su familia se apresuró en aclarar que estas hospitalizaciones se debían a complicaciones relacionadas con el COVID-19, y no a su enfermedad subyacente.
Últimos Años: Regresar a sus Raíces y Despedirse
Uno de los últimos eventos públicos en los que participó Vargas Llosa fue su ingreso a la Academia Francesa en París, al cual incluso asistió el rey emérito español Juan Carlos I. Tras este acto, el escritor regresó a Lima, donde pasó sus últimos días en compañía de su exesposa, Patricia Llosa, con quien había restablecido su relación.
En una de sus últimas entrevistas, Vargas Llosa expresó su temor al «deterioro» y a las «ruinas humanas», lamentando la pérdida de su memoria, que siempre había sido su mayor fortaleza. Sin embargo, según un amigo cercano, Enrique Ghersi, el escritor falleció a los 89 años a causa de una neumonía, rodeado de seres queridos y en un estado de ánimo positivo.
«Él ya estaba mayor, pero la pasó muy bien, estuvo haciendo chistes, le cantamos y comió tarta. Estuvo muy contento, muy feliz, porque vino gente del extranjero, familiares»
El legado de Mario Vargas Llosa trasciende su obra literaria. Su capacidad de enfrentar la adversidad con fortaleza y dignidad, manteniendo su conexión con sus seres queridos hasta el final, es un ejemplo inspirador para todos aquellos que se enfrentan a desafíos similares.