En un movimiento que ha generado reacciones encontradas, el Vaticano publicó esta semana el documento «Mater Populi Fidelis», firmado por el papa León XIV. El texto busca «corregir» lo que se considera una «excesiva devoción» a la Virgen María dentro de la Iglesia Católica.
Según un reporte de BBC Mundo, la medida tiene como objetivo «equilibrar la devoción popular con la enseñanza teológica oficial», reafirmando que solo Cristo es el redentor y mediador entre Dios y los hombres. El documento revisa la evolución histórica de la figura de María y rechaza el uso de los títulos de «corredentora» y «mediadora de todas las gracias», ya que podrían atribuirle un papel que solo corresponde a Jesucristo.
Aclarar el papel de María sin disminuirla
Para corregir esto, el Papa propone definir a María como «Madre de los fieles», una expresión que subraya su cercanía e intercesión sin desplazar el centro cristológico de la fe. Según el teólogo Vinícius Paiva, miembro de la Academia Mariana de Aparecida, «el documento no busca disminuir a María, sino devolverle su lugar dentro del misterio de la salvación».
El objetivo, explica Paiva, es «ajustar la terminología» utilizada por sectores de la Iglesia que, en su fervor, han situado a María casi al nivel de la Santísima Trinidad. El texto también advierte contra la «instrumentalización política» de la figura mariana y recuerda que ella «no distribuye gracias» por cuenta propia, sino que intercede ante su hijo Jesús.
¿Corrección o exaltación de Cristo?
La aclaración ha generado reacciones encontradas. Mientras muchos teólogos la consideran un gesto de madurez y un paso hacia el diálogo con el mundo protestante, sectores conservadores la han criticado duramente, calificándola de «ataque» a la Virgen.
Para el historiador y teólogo Alberto Tasso, la iniciativa «no degrada a María, sino que exalta a Cristo». Recuerda que la devoción mariana se remonta al Concilio de Éfeso (año 431), cuando se le otorgó el título de Theotokos («Madre de Dios»). Sin embargo, advierte que, con el paso de los siglos, la piedad popular amplió su figura hasta casi divinizarla. «Este texto busca corregir ese desequilibrio y devolver el foco a Cristo», afirma.
La antropóloga Lidice Meyer coincide en que el Papa no censura la devoción mariana, sino que la orienta. «María sigue siendo madre, intercesora y modelo de fe. Lo que el Papa pide es precisión teológica para no confundir su papel con el de Dios mismo», explica.