A pocos días de la COP30 en Belém, Brasil, Chile se enfrenta a una dura realidad: el país está retrocediendo en su camino hacia la carbono neutralidad, a pesar de los compromisos climáticos adquiridos. La razón es clara, pero incómoda de admitir: no hemos apostado por el bosque, nuestra principal herramienta de mitigación.
Durante décadas, el sector forestal fue el pilar silencioso de la acción climática chilena. Nuestros bosques, tanto plantados como nativos, capturan carbono a una escala que ningún otro sector puede igualar. De hecho, el sector forestal es responsable de prácticamente toda la captura neta de carbono del país. Sin embargo, en lugar de reconocer su valor estratégico, Chile ha preferido mirar este sector desde la sospecha y no desde la estrategia.
El Bosque, Olvidado en la Lucha Climática
En los últimos años, el Ministerio del Medio Ambiente ha instalado la idea de que el sector forestal es parte del problema y no de la solución. Se ha privilegiado un clima político e ideológico de desconfianza en lugar de una mirada pragmática orientada a cumplir las metas climáticas que el propio Estado comprometió.
Como resultado, hemos perdido cientos de miles de hectáreas por incendios forestales —muchos de ellos con signos de intencionalidad— y hemos dejado de forestar alrededor de 300 mil hectáreas, especialmente entre pequeños y medianos propietarios que hoy carecen de incentivos y condiciones para hacerlo. Además, el bosque nativo permanece inmovilizado, atrapado en procedimientos y permisos que impiden su manejo y regeneración.
Recuperar el Papel Estratégico del Bosque
La consecuencia directa de este descuido es que estamos reduciendo, año tras año, nuestra capacidad nacional de captura de carbono. Si no corregimos este rumbo, los efectos serán profundos: ciudades más calientes, sistemas agrícolas más vulnerables, comunidades rurales sin oportunidades productivas y un retroceso en la credibilidad climática internacional del país.
Para revertir esta tendencia, Chile necesita reconocer explícitamente el rol estratégico del sector forestal, reactivar una política de fomento a la forestación y reforestación, enfrentar los incendios como un problema de seguridad nacional y permitir el manejo activo y sostenible del bosque nativo. Estas no son medidas radicales, sino de sentido común para mantener viva la posibilidad de cumplir los compromisos climáticos del país.
La transición climática no se sostiene solo con discursos. Necesita bosques. Y hoy, simplemente, los estamos perdiendo.
«Chile no necesita otra escenografía climática: necesita una conversación basada en ciencia, evidencia y pragmatismo. Una conversación en la que el bosque vuelva a tener el lugar que la realidad le asigna: el de principal infraestructura climática del país.»
Es hora de que Chile reconozca la importancia estratégica del sector forestal y lo integre de manera efectiva en su política climática. Solo así podrá avanzar hacia la carbono neutralidad que prometió a sus ciudadanos y al mundo.