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sábado, octubre 25, 2025

La Odisea de una Familia Norcoreana: 3.000 Kilómetros Hacia la Libertad

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Corea del Norte es uno de los países más represivos del mundo, con un aislamiento del exterior que obliga a quienes deciden escapar del régimen de Kim Jong Un a enfrentar condiciones extremas de supervivencia. Tal es el caso de una familia norcoreana que recorrió miles de kilómetros para alcanzar la libertad.

La señora Park y su hijo Andy decidieron que debían salir de Norcorea a toda costa. «Tenía que irme, incluso si eso significaba morir», dice la mujer, quien enfrentó duras adversidades y terrenos montañosos gélidos en su camino desde Corea del Norte hacia China.

Una Travesía Llena de Peligros

La familia sabía que si los atrapaban, debían enfrentar la casi segura ejecución o la cárcel con severos castigos. «Sentía como si tuviera ají picante bajo la piel. Era un dolor constante», recuerda la señora Park.

En un momento crítico, «ella se sentó y se desplomó. Me di cuenta de que estábamos en problemas», cuenta Andy, su hijo. Y en otra ocasión, al abordar un autobús, «el autobús pasó y lo miraron. Pero ni siquiera nos detuvieron y simplemente nos dejaron pasar».

El Peligro de la Frontera

Cabe mencionar que el número de desertores norcoreanos ha disminuido abruptamente en la última década. Las estimaciones señalan que, desde la pandemia por COVID-19, solo unas 20 personas han logrado huir de Corea del Norte.

En la zona limítrofe hay una orden de disparar a matar, lo que refleja la dificultad de poder escapar del régimen. Según la ONU, en Norcorea se han perpetrado violaciones de derechos humanos similares a los realizados durante la Alemania Nazi.

La Decisión de Escapar

«Nuestro contacto no apareció en el punto de encuentro», cuenta Andy. Debido a eso, la señora Park afirma que «no tuvimos más remedio que deambular hasta encontrar nuestro camino».

Mientras deambulaban por las montañas, «perdimos la noción del tiempo y pasamos dos noches y tres días allí», agrega la mujer. «Y por la noche, la temperatura bajó a -30°C. Al anochecer parecía que los animales podían percibir el olor humano».

El Viaje Hacia la Libertad

La incertidumbre fue tal que «le dije a mi hijo que siguiera adelante, ya que parecía que ambos moriríamos. Pero me abrazó fuerte y lloró, preguntándome cómo podía dejarme sola en un lugar tan remoto», dice conmocionada la señora Park.

Ya habían cruzado hacia China tras 3 noches en la nieve. Pero ambos estaban sufriendo de congelación y necesitaban ser atendidos urgentemente. Sin embargo, no tenían documentación, por lo que no podían arriesgarse a ser descubiertos por las autoridades chinas, ya que eso significaba ser devueltos y, altamente probable, la muerte.

La Última Esperanza

«Imagina lo doloroso que sería que te golpeen hasta morir. Llevaba las pastillas de veneno en la mano. Mi hijo y yo agarramos una cada uno y empezamos a caminar», dice la mujer mientras las muestra al reportero.

«Pensábamos que si nos atrapaban las autoridades chinas, las tomaríamos y moriríamos. Las guardamos entre los dientes», reconoce.

Finalmente, con la ayuda de una red clandestina que asiste a desertores, pudieron organizar un viaje a través de China hasta llegar a un refugio en Laos, a más de 3.000 kilómetros de distancia de Corea del Norte.

Una Nueva Vida en Corea del Sur

Tras una década desde todo lo vivido y la doble amputación de los dedos de los pies, la señora Park ha aprendido a adaptarse a su discapacidad y ha podido desempeñar labores cotidianas.

«Los desertores no vinieron aquí a traicionar a su país, sino que vinieron porque son seres humanos y anhelan una vida mejor. No traicionamos a nuestro país, esa es la verdad», sostiene la mujer.

Ahora, en Corea del Sur, la familia Park ha encontrado un nuevo hogar, lejos de uno de los países más represivos del mundo. Un logro que cada vez es más difícil de conseguir para los ‘desertores’ de Corea del Norte.

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