En el Teatro UC de Santiago, se presenta la obra «La Música de Diana», una profunda reflexión del Colectivo Natuf, conformado por chilenos de origen judío y palestino, sobre la vida de Diana Arón. Esta joven chilena de ascendencia judía partió muy joven a apoyar a Israel durante la Guerra de los Seis Días, pero su experiencia allí cambió radicalmente su perspectiva.
De sionista a defensora de los palestinos
Cuando Diana llegó a Israel, la guerra había terminado, pero ella enfermó de tifus, posiblemente contraído en Chile. Hospitalizada, presenció cómo se trataba a los «otros», especialmente a los niños palestinos, lo que la llevó a regresar a Chile con una mirada completamente transformada. Ingresó a estudiar Periodismo en la Universidad Católica y posteriormente se integró al MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionario).
Honrando la memoria de Diana
Cuatro mujeres de diferentes edades se reúnen para realizar la Shiva, el rito de duelo judío que dura siete días, en honor a Diana, desaparecida en 1974. A través de material de archivo, fotos y testimonios, se va configurando una atmósfera íntima y profunda, donde se abordan preguntas sobre cómo despedir a alguien sin su cuerpo, cómo ser judía hoy y qué estaría haciendo Diana en la actualidad.
Reflexiones sobre identidad y memoria
La obra plantea temas como la propiedad de la memoria y cómo las creencias profundas y la identidad, tanto individual como colectiva, se ven interpeladas. «No quiero que su memoria sea más mía que suya», dice una de las mujeres en la obra.
Una obra profundamente femenina
La música de Diana es una obra que refleja la forma de compartir, hacer la Shiva y mostrarse de las mujeres, sin competir, respetando espacios y diferencias. Es un espacio de diversidad y coexistencia, donde se abordan temas duros como violencias y crímenes, pero sin imposición ni hegemonía.
Conectando pasado y presente
La obra no se queda en el pasado, sino que trae el pasado para cuestionar nuestro presente y nuestra participación en él. Shlomit Baytelman, una de las actrices, habla de su ser judía, de sus padres y de nacer en Israel, así como de lo que significa ser judía ante el genocidio en Gaza.
La música de Diana es una invitación a la empatía, a conversar y buscar lo común, lo que nos une, a pesar de las diferencias políticas e ideológicas.