Una reciente encuesta de Criteria ha revelado que el apoyo a la eutanasia en Chile sigue siendo mayoritario, aunque con algunos matices importantes. Según los datos, el 72% de los chilenos considera que la eutanasia debería ser una opción disponible para quienes la soliciten, reconociendo que los cuidados paliativos, si bien fundamentales, no reemplazan el derecho a una muerte digna.
Sin embargo, este apoyo ha disminuido 10 puntos porcentuales en comparación a mediciones anteriores. Ahora, un 28% de la población rechaza la eutanasia en cualquier circunstancia, prefiriendo enfocar los esfuerzos en garantizar un acceso universal a tratamientos paliativos de calidad.
Eutanasia pasiva vs. activa
La encuesta también exploró las posturas de los chilenos frente a diferentes modalidades de eutanasia. Ante la afirmación «Estoy a favor de una ley de eutanasia pasiva que permita a un enfermo terminal interrumpir un tratamiento médico y esperar su muerte», un 62% se mostró a favor.
Por otro lado, cuando se planteó «Estoy a favor de una ley de eutanasia activa que permita a un enfermo terminar auto administrándose un medicamento para morir», el apoyo bajó al 54%.
Separación Iglesia-Estado y objeción de conciencia
Otro aspecto relevado por la encuesta es que un 57% de los chilenos está en desacuerdo con que las iglesias e instituciones religiosas deban intervenir en los debates parlamentarios sobre temas como la eutanasia. Esto sugiere un creciente apoyo a la separación entre la Iglesia y el Estado en estos asuntos.
Además, un 54% respaldó la idea de que, en caso de existir una ley de eutanasia, el personal médico debe tener la opción de negarse a participar en estos procedimientos por motivos éticos, morales o religiosos.
Implicaciones y próximos pasos
Estos resultados reflejan la complejidad del debate sobre la eutanasia en Chile. Si bien existe un apoyo mayoritario, hay matices importantes en torno a las modalidades, el rol de la Iglesia y la objeción de conciencia del personal médico. A medida que el país avanza en este debate, será crucial encontrar un equilibrio que respete los derechos de los pacientes, las creencias de los profesionales de la salud y la separación entre la Iglesia y el Estado.