En un operativo sin precedentes, un avión proveniente de Estados Unidos aterrizó en el aeropuerto de Ezeiza con diez ciudadanos argentinos deportados por el gobierno de Donald Trump. Estos trasandinos, acusados de diversos delitos, se defienden afirmando: «No matamos ni violamos».
La madrugada del 11 de septiembre, un Boeing 767-300 de Omni Air International llegó a Argentina con los deportados, luego de escalas en Colombia y Brasil. Vestidos con ropa gris clara y cargando una bolsa blanca con sus pertenencias, los argentinos se reencontraron con sus familias, la mayoría de ellos cuestionando las razones de su expulsión.
Acusaciones Injustificadas y Racismo
Según el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, estos vuelos de deportación forman parte de un procedimiento habitual para repatriar a ciudadanos sin autorización de permanencia, condenados por delitos o considerados una amenaza a la seguridad nacional. Sin embargo, los afectados denuncian que las acusaciones en su contra son infundadas.
Marcos Ontivero, de 25 años, detenido en San Antonio, Texas, afirmó que el trato previo al vuelo fue correcto, pero que ahora no podrá regresar a Estados Unidos por cinco años. «Este gobierno de Trump es una página negra dentro de la historia de Estados Unidos. Para ellos nosotros somos criminales», se quejó.
Maximiliano García, quien vivía en Florida desde 2001 con permiso de trabajo hasta 2030 y una petición familiar en trámite, también fue deportado. «Es una máquina del tiempo. Tengo que recalcular todo», expresó, reflejando la dificultad de rehacer sus vidas en Argentina.
Historias de Migrantes en Busca del «Sueño Americano»
Entre los deportados, destaca el relato de Mario Robles, de 25 años, nacido en Argentina pero con vida hecha en México. Cruzó el Río Bravo con la esperanza de cumplir el «sueño americano», pero fue detenido en un control migratorio en San Antonio. Desesperado, se declaró culpable para acelerar su regreso, aunque el juez lo envió de vuelta a Argentina en lugar de México, donde lo esperaban su esposa e hija.
Estas historias reflejan el drama de los migrantes que buscan una mejor vida en Estados Unidos, solo para enfrentar la dureza de la deportación y la lucha por reconstruir sus vidas en sus países de origen.
Relativizando el Impacto
Ante la repercusión de estos hechos, el embajador argentino en Washington, Alejandro Oxenford, buscó minimizar el impacto, afirmando que «el número argentino es infinitésimo en el contexto regional». Sin embargo, para los deportados, la experiencia ha sido devastadora, dejándolos con la sensación de haber sido víctimas de un sistema injusto y discriminatorio.
A pesar de los esfuerzos por rehacer sus vidas, estos argentinos deportados enfrentan el desafío de adaptarse a una realidad que ya no les es familiar, dejando atrás el «sueño americano» que los llevó a cruzar fronteras en busca de un futuro mejor.