En una nueva forma de colonialismo cultural, una mujer que se autoproclamó «machi» (líder espiritual mapuche) logró convencer a un grupo de personas de realizar una supuesta ceremonia ancestral de sanación en el río Pilmaiquén, con consecuencias trágicas. Este proceso de invención cultural, apoyado por diversos actores, terminó desencadenando violencia, ocupaciones de tierras y, finalmente, la muerte por sumersión de dos individuos mapuche-williches.
La emergencia de una «machi» inventada
En el sector de Maihue Carimallín, donde no había existido una machi en al menos un siglo, una mujer se autoproclamó como tal, ganándose el seguimiento de un grupo de personas ávidas de reafirmar su identidad mapuche. Este contexto, sumado a la influencia de grupos radicalizados de La Araucanía, propició la credibilidad en esta figura religiosa recién «aparecida».
Sin embargo, la mayoría de la comunidad mapuche-williche local no creyó en la legitimidad de esta «machi», pues las autoridades religiosas tradicionales del lugar, que veneran al Señor Kintuante, la rechazaron. Lamentablemente, este hecho fue ignorado por los diversos informes y estudios que se elaboraron a pedido, los cuales soslayaron por completo a estas autoridades ancestrales.
La tragedia en el río Pilmaiquén
Bajo las indicaciones de la «machi», un grupo de personas fue llevado al río Pilmaiquén, cuyo caudal aumentaba por las lluvias, con la creencia de que participarían en una ceremonia de sanación ancestral. Dos de ellos murieron por sumersión, en un acto de irresponsabilidad y falta de conocimiento de las verdaderas tradiciones mapuche-williches.
Reemplazos semánticos y legitimación
Para dar sustento a las actividades de la «machi», se creó una organización llamada Ayllarewe, a pesar de que esta nunca fue una estructura sociopolítica existente entre los mapuche-williches. Se recurrió a trasplantar conceptos y prácticas de otras comunidades mapuches, sin atender a la variabilidad sociológica local.
Incluso se llegó a quemar un potrillo vivo, alegando que era una «tradición», cuando en realidad se trataba de una invención para oponerse a la construcción de una central hidroeléctrica en el río Pilmaiquén.
Una nueva forma de colonialismo
Este proceso de invención cultural, apoyado por diversos actores como antropólogos, académicos e instituciones, terminó desplazando y descalificando a las autoridades religiosas y comunidades mapuche-williches locales, quienes lamentaron la evitable pérdida de vidas. Una nueva forma de colonialismo que se propone deliberadamente colonizar una cultura mediante la imposición, la suplantación y la descalificación de los desplazados.