En un giro inesperado, la viceprimera ministra británica, la laborista Angela Rayner, ha presentado su dimisión tras verse envuelta en un escándalo fiscal relacionado con la compra de una propiedad. La polémica surgió cuando se reveló que Rayner no había pagado los impuestos reglamentarios al adquirir un piso en la localidad costera de Hove, en el sur de Inglaterra.
Según el informe del supervisor de ética ministerial, Laurie Magnus, Rayner «actuó con integridad y con un compromiso dedicado y ejemplar con el servicio público», pero concluyó que la política laborista violó el código ministerial al no haber buscado asesoramiento fiscal adecuado en la transacción inmobiliaria. Esto le permitió ahorrarse 40.000 libras (46.000 euros) en impuestos de timbre, al declarar que la propiedad era su primera vivienda, cuando en realidad no lo era.
Dimisión Dolorosa pero Necesaria
En su carta de renuncia al primer ministro Keir Starmer, Rayner lamentó profundamente su «error» y asumió «toda la responsabilidad». La viceprimera ministra, muy cercana al sindicalismo británico, también dimitió de su cargo como «número dos» del Partido Laborista.
Por su parte, Starmer expresó su pesar por la salida de Rayner, a quien calificó como una «colega de confianza y una verdadera amiga». Sin embargo, el primer ministro reconoció que la decisión de Rayner era la correcta, dada la implementación de un «sistema reforzado de conducta ministerial» por parte del gobierno laborista.
Críticas de la Oposición
La líder del Partido Conservador, Kemi Badenoch, no tardó en criticar duramente la situación, señalando que Rayner «finalmente se fue» y que el «débil liderazgo de Keir Starmer» se puso a prueba. Badenoch calificó a Rayner de «haber evadido impuestos» y «mentido al respecto», lo que, según ella, hizo insostenible su posición.
Este escándalo fiscal se produce en un momento delicado para el gobierno laborista, que deberá hacer frente a un posible reajuste ministerial en las próximas semanas, según informaciones de la cadena Sky News. Sin duda, este episodio supondrá un duro golpe a la imagen de integridad y transparencia que Starmer había prometido para su administración.