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viernes, septiembre 5, 2025

El Legado Oscuro del Padre Gerardo Joannon: Adopciones Irregulares y Acusaciones de Abuso

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El fallecimiento del sacerdote Gerardo Joannon Rivera, a la edad de 88 años, ha reabierto las heridas de un pasado oscuro y controvertido. Joannon, miembro de la Congregación de los Sagrados Corazones, estuvo vinculado a una red de adopciones irregulares que sacudió a Chile durante las décadas de 1970 y 1980.

Según investigaciones periodísticas, Joannon actuaba como intermediario entre familias de jóvenes embarazadas, muchas de ellas adolescentes, y médicos que facilitaban las adopciones ilegales. En varios casos, se engañaba a las madres biológicas, haciéndoles creer que sus hijos habían nacido muertos, cuando en realidad eran entregados a otras familias.

El propio Joannon admitió ante la Policía de Investigaciones (PDI) haber tenido conocimiento de al menos cuatro casos de adopciones irregulares, reconociendo su participación directa, ya sea dando consejos o facilitando contactos con los médicos involucrados, como el ginecólogo Gustavo Monckeberg Barros.

Sombra de la Impunidad

A pesar de las graves acusaciones, la investigación judicial liderada por el ministro Mario Carroza se sobreseyó en 2015 debido a la prescripción de los delitos, ya que los hechos ocurrieron entre 1975 y 1983. Aunque el Vaticano determinó que no había delito canónico, la Congregación de los Sagrados Corazones reconoció la participación activa de Joannon y lo sancionó en 2014.

Pero las controversias en torno a Joannon no se limitaron a las adopciones irregulares. En 2019, una mujer de 46 años lo denunció por abusos sexuales ocurridos cuando ella tenía entre 8 y 12 años, durante su preparación para la primera comunión. Según su testimonio, Joannon la habría obligado a actos sexuales bajo la excusa de que «la acercaban a la santidad».

Justificaciones y Ambivalencia

La postura pública de Joannon frente a las adopciones irregulares fue ambivalente. Si bien admitía cierto rol, también justificaba sus acciones, afirmando que «ayudó a que no murieran niños» y minimizando su responsabilidad al decir que solo facilitaba contactos y que nunca recibió dinero por ello.

En sus últimos años, Joannon vivió en una casa de la congregación en Ñuñoa, prestando servicios de enfermería sin encargos pastorales relevantes, alejado de la mirada pública pero con un legado marcado por la controversia y las acusaciones.

El fallecimiento del Padre Gerardo Joannon reabre un capítulo doloroso en la historia de Chile, donde la sombra de la impunidad y la falta de rendición de cuentas han permitido que algunos casos de abuso y corrupción queden sin resolución.

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