El Kremlin ha negado rotundamente la supuesta implicación de Rusia en la manipulación del sistema GPS del avión en el que viajaba el domingo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lo que obligó a los pilotos a improvisar la navegación durante el aterrizaje en Bulgaria.
Tanto la Comisión Europea como el Gobierno de Bulgaria confirmaron el incidente, atribuido en principio por las autoridades búlgaras a actividades rusas. Sin embargo, el principal portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, calificó como «incorrectas» las informaciones publicadas al respecto.
¿Qué ocurrió realmente?
Según los detalles revelados, el GPS de toda la zona del aeropuerto se apagó, lo que obligó a los pilotos a aterrizar manualmente utilizando mapas analógicos tras sobrevolar el aeropuerto durante una hora.
La Autoridad de Tráfico Aéreo de Bulgaria confirmó que desde febrero de 2022 se ha producido «un aumento notable de interferencias (de GPS) y, recientemente, de suplantación de identidad», lo que «altera la recepción precisa de las señales (GPS) y genera diversos desafíos operativos para aeronaves y sistemas terrestres».
Implicaciones geopolíticas
Este incidente se enmarca en un contexto más amplio de tensiones geopolíticas, donde Rusia ha utilizado cada vez más la interferencia de GPS para perturbar la vida civil, una táctica tradicionalmente empleada por los servicios militares y de inteligencia para defender lugares sensibles.
Desde la perspectiva de la Unión Europea, este tipo de acciones se perciben como «amenazas y intimidación» que forman parte de «las acciones hostiles de Rusia», según las palabras de la portavoz comunitaria Arianna Podesta.
En definitiva, este incidente pone de manifiesto la creciente preocupación por la seguridad de las comunicaciones y la navegación aérea en un contexto geopolítico cada vez más tenso.