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martes, agosto 26, 2025

Más allá de los titulares: Comprendiendo la violencia escolar más allá de los hechos extremos

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La violencia escolar no se limita a peleas o incidentes extremos que acaparan los titulares. Detrás de estos hechos espectaculares, existe una realidad más compleja y diversa que rara vez se visibiliza: el bullying persistente, la exclusión y las tensiones diarias en las aulas. ¿Por qué esta parte del problema casi no aparece en las noticias?

Nuestras investigaciones (Fondecyt 1231667) revelan que gran parte de la cobertura mediática se concentra en hechos dramáticos: peleas masivas, ataques con armas, casos con desenlaces trágicos. Sin embargo, las formas más sutiles y cotidianas de violencia, como el bullying persistente o las microagresiones, rara vez alcanzan espacio en la agenda informativa, a pesar de que dañan día a día la convivencia escolar.

Más allá de los titulares: Comprendiendo la violencia escolar

Este recorte de la realidad tiene consecuencias concretas. Cuando la violencia se presenta como un fenómeno inevitable, producto del narcotráfico, la pandemia o la delincuencia, las comunidades educativas aparecen como víctimas pasivas, incapaces de responder. El riesgo es que las políticas públicas sigan esa lógica, centrándose en un mayor control y sanción, mientras se invisibilizan estrategias de prevención, formación socioemocional o trabajo comunitario.

Además, el lenguaje utilizado también importa. Hablar de «menores» o «adolescentes» en vez de «estudiantes» instala la imagen de jóvenes peligrosos y refuerza un enfoque sancionador. De ese modo, los estudiantes pasan de ser parte de la solución a ser retratados como el problema.

Visibilizando las soluciones

Lo que casi nunca aparece en los titulares son las experiencias positivas: escuelas que desarrollan mediación, proyectos de participación estudiantil o programas socioemocionales con resultados concretos. Mostrar estas iniciativas no significa maquillar la realidad, sino ampliar la mirada y reconocer que la violencia escolar no es solo lo que llega a la portada, sino también lo que ocurre todos los días en las aulas.

Abrir espacio a esta diversidad de experiencias puede enriquecer el debate y ayudar a diseñar respuestas más justas y efectivas. La invitación es clara: si parte de la prensa ha contribuido a instalar la violencia escolar como una crisis permanente, también puede contribuir a mostrar que hay caminos distintos para abordarla.

La pregunta es si queremos seguir alimentando únicamente el miedo, o si estamos dispuestos a abrir paso a relatos que visibilicen la corresponsabilidad y la construcción de una convivencia democrática en nuestras escuelas.

«La violencia escolar no es solo lo que llega a la portada: es también lo que ocurre todos los días en las aulas. Abrir espacio a esa diversidad de experiencias puede enriquecer el debate y ayudar a diseñar respuestas más justas y efectivas.»

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