Caos en Avellaneda: Fallas de seguridad y culpas cruzadas tras los violentos incidentes en la Copa Sudamericana

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La noche del 20 de agosto quedará grabada en la memoria negra del fútbol sudamericano. El partido de vuelta de los octavos de final de la Copa Sudamericana entre Independiente y Universidad de Chile se convirtió en una escena de salvajismo y caos, con más de 100 heridos, detenidos y un partido suspendido.

Desde antes del inicio del encuentro, algo flotaba en el aire. Se esperaban más de 3.000 hinchas chilenos en el estadio de Avellaneda, y la organización cometió el primer error grave: ubicar a los seguidores de la Universidad de Chile en la Tribuna Pavoni Alta, justo encima de una barra disidente de Independiente, sin vallados ni cordones policiales que los separaran.

La falta de coordinación y el descontrol

Según testimonios, desde esa tribuna se arrojaron objetos hacia la zona inferior, sin que nadie interviniera. Botellas, piedras, butacas arrancadas e incluso fuego en los asientos plásticos desataron la guerra de tribunas. El árbitro recibió pedidos para suspender el partido y desalojar a la parcialidad chilena, pero la pelota primó.

Finalmente, cuando los hinchas de la Universidad de Chile comenzaban a ser evacuados, irrumpió un grupo de violentos encapuchados, armados con palos, que se lanzaron a una cacería humana registrada en videos estremecedores. Los pocos simpatizantes chilenos que quedaban fueron golpeados, desnudados y humillados.

Las responsabilidades en cuestión

Desde la dirigencia de Independiente, su presidente, Néstor Grindetti, vinculado a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, se apresuró a culpar y pedir sanciones exclusivamente para la Universidad de Chile, buscando despegar al Rojo de las responsabilidades.

Por su parte, Bullrich aprovechó el incidente para cargar contra el gobernador bonaerense Axel Kicillof, a cargo de la Policía que intervino, tildándolo de «inútil» por no garantizar la seguridad.

Incluso el extitular de la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide), Juan Manuel Lugones, denunció que la Policía Bonaerense «miró para otro lado» y utilizó a la barra de Independiente para desalojar a los hinchas chilenos, priorizando los intereses económicos del fútbol.

Un operativo fallido y consecuencias graves

La Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) reaccionó con un comunicado lapidario: el partido quedaba «cancelado por falta de garantías». Es decir, el duelo entre Independiente y la Universidad de Chile no se completará, mientras que el expediente pasará a los órganos disciplinarios, que aplicarán durísimas sanciones y definirán los destinos de ambos equipos en la Copa.

Este lamentable episodio puso en jaque la capacidad de Argentina para organizar espectáculos internacionales y dejó al descubierto las fallas de coordinación y responsabilidades de las autoridades deportivas y políticas involucradas.

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