La Federación de Tenis de Canadá se enfrenta a una decisión delicada: ¿Debe cancelar la eliminatoria de la Copa Davis que el país tiene programada contra Israel en septiembre, o permitir que el evento se lleve a cabo a pesar de las fuertes críticas y pedidos de boicot?
Más de 400 personalidades canadienses del deporte, entre ellas el medallista olímpico Mohammed Ahmed y dos integrantes del equipo femenino de fútbol de Palestina que residen en Canadá, han firmado una petición solicitando la cancelación del partido. Argumentan que sería «intolerable» permitir que los atletas canadienses compitan contra Israel en medio del «genocidio en marcha en Gaza».
Un conflicto geopolítico que trasciende lo deportivo
La carta señala que, si bien la federación ha defendido que la eliminatoria es solo un evento deportivo, Canadá debería «rechazar legitimar los crímenes de Israel» y comparó la medida con las sanciones deportivas contra los atletas del régimen del apartheid sudafricano.
«El deporte es un espacio importante para la construcción del sentimiento nacional. Por ello, tanto en el pasado como en la actualidad, ha desempeñado un papel esencial tanto en la promoción de sentimientos nacionales ligados al genocidio como en la generación de un sentimiento nacional necesario para desmantelar Estados de apartheid», argumentan los firmantes.
¿Cómo debe responder Canadá?
Para el Gobierno y la Federación de Tenis de Canadá, esta situación plantea un dilema moral y geopolítico de gran complejidad. Por un lado, cancelar el partido podría ser interpretado como una postura política que trasciende lo deportivo. Pero, por otro, permitir que los atletas canadienses compitan contra Israel en medio de las denuncias de «genocidio» también podría generar fuertes críticas.
La decisión final tendrá implicaciones más allá del deporte, reflejando la postura de Canadá ante uno de los conflictos geopolíticos más complejos y controvertidos a nivel internacional.
