En una reciente entrevista, el animador Francisco Kaminski abrió las puertas a su vida personal, hablando abiertamente sobre sus millonarias deudas, su relación con el empresario asesinado conocido como el «Rey de Meiggs» y el quiebre amoroso con Camila Andrade. Pero detrás de estos titulares, se esconde un estilo de vida lujoso y controvertido que ha sido objeto de escrutinio público.
Según Pamela Díaz, conductora del programa «Hay que decirlo» en Canal 13, Kaminski siempre ha disfrutado de los lujos más exclusivos. «Kaminski siempre ha tenido autos de alta gama y los departamentos más lujosos. Así ha sido desde que lo conozco«, comentó Díaz, quien además reveló que el animador tiene otros compromisos impagos por un total de 80 millones de pesos.
Un Historial de Mal Comportamiento Financiero
Más allá de los lujos, Díaz señaló que el problema radica en el mal manejo financiero de Kaminski. «Eso es una cosa, pero lo otro es tener un mal comportamiento financiero con las personas«, explicó la presentadora, quien conoce a fondo los detalles de las deudas del animador.
De acuerdo a lo revelado, Kaminski debía 50 millones de pesos a Julio César Rodríguez, y otros 80 millones a una persona no identificada. «Él no tiene ninguna conexión con ellos, se desliga completamente, no les habla ni le interesa. ¿Por qué no lo demandan?«, cuestionó Díaz, dejando entrever la falta de responsabilidad del animador con sus acreedores.
Una Trayectoria Marcada por el Lujo
El panelista Willy Sabor, quien trabajó con Kaminski en radio, respaldó las declaraciones de Pamela Díaz, recordando que el animador siempre mostró interés por el lujo. «Desde sus tiempos como notero me di cuenta de esa actitud, le gustaba el lujo. Cuando entró a Radio Corazón estaba muy contento, pero siempre mostraba el auto«, afirmó Sabor.
Esta revelación sobre el estilo de vida de Kaminski y su cuestionable manejo financiero ha generado un gran revuelo en la industria del entretenimiento chileno. Mientras algunos cuestionan su responsabilidad, otros se preguntan por qué no enfrenta las consecuencias de sus actos. Sea como fuere, queda claro que detrás de la imagen pública del animador se esconde una realidad mucho más compleja y controvertida.