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martes, agosto 5, 2025

La Erosión de la Ciencia Básica y la Institucionalidad Científica en Chile

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El debilitamiento de la ciencia y la institucionalidad científica en Chile es un problema que se ha venido agravando en los últimos años. Lejos de ser producto de una mala gestión o falta de financiamiento, lo que estamos presenciando es el resultado de dos fenómenos preocupantes: el menosprecio del actual gobierno por la ciencia básica, especialmente aquella motivada por la curiosidad, y el lento pero creciente debilitamiento de la institucionalidad científica que tanto se ha fortalecido en la última década.

En primer lugar, el actual gobierno ha impuesto una visión utilitarista de la ciencia, reduciéndola a un mero instrumento para generar «soluciones» y «productos» que mejoren la vida de las personas. Esta retórica economicista desconoce la dimensión cultural y social de la actividad científica, que va mucho más allá de la mera aplicación práctica. Prueba de ello es la exclusión de la ciencia básica del Fondo de Investigación Universitaria (FIU), que se enfoca únicamente en «conocimientos y tecnologías aplicadas».

El único programa que financia investigación científica de base sin considerar sus aplicaciones es FONDECYT, y este fondo no ha crecido significativamente en los últimos años, a pesar del evidente aumento en las postulaciones. En la práctica, quienes se dedican a la investigación básica tienen hoy más probabilidades de quedarse sin financiamiento.

El Debilitamiento de la Institucionalidad Científica

Este menosprecio por la ciencia básica ha ido de la mano con un claro debilitamiento institucional. La inestabilidad en el Ministerio de Ciencia, con cuatro ministros en menos de cuatro años, ha sido inédita. Peor aún, tratándose de un ministerio que debería basarse en evidencia científica y en consensos con una comunidad relativamente pequeña.

Además, el Consejo de Ciencia e Innovación ha sido debilitado, y su relevancia se ha diluido por completo, debido a la obsesión de transformarlo en un órgano de prospectiva. Esto ignora el valor autónomo de la ciencia y la somete a las prioridades que determine una élite que decidirá qué es pertinente o no.

La actual crisis de la ciencia chilena no se debe a errores de gestión ni a una comunidad «quejosa» o «inconforme». Se debe, sobre todo, a una visión sesgada de lo que se puede y se debe exigir a la ciencia, sumada a una falta de liderazgo, personalismos y diagnósticos errados.

El Desafío del Próximo Gobierno

El próximo gobierno tendrá una tarea difícil: corregir el crítico legado de esta administración. Deberá cambiar la visión, abrir espacio a nuevas miradas, renovar elencos desgastados y, sobre todo, impulsar políticas dialogantes, sostenibles y coherentes con las necesidades estructurales del ecosistema científico chileno.

Solo así podremos recuperar la valoración de la ciencia básica y de la curiosidad científica, y fortalecer la institucionalidad que sustenta el desarrollo de la investigación en Chile.

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