Cuando Mariana Derderian enfrentó la devastadora pérdida de su hijo Pedro en un incendio en 2024, su mundo se derrumbó. Sin embargo, en lugar de sucumbir al dolor, esta valiente actriz se propuso honrar la memoria de su hijo de una manera que muchos consideraron «incorrecta»: mostrándose feliz y activa en redes sociales.
Reconstruyendo su vida con amor y resiliencia
Tras meses de duelo y reflexión, Mariana volvió a retomar su vida laboral, tanto en televisión como en plataformas digitales. Pero su regreso no estuvo exento de críticas, pues algunos interpretaron su actitud positiva como una forma «inapropiada» de vivir el luto. Sin embargo, Mariana se mantuvo firme en su convicción: «¿Qué esperan, que uno no salga adelante?», cuestionó, dejando en claro que su forma de honrar a su hijo no era desde la tristeza permanente, sino desde la vida misma.
Encontrando fortaleza en su hija Leticia
Uno de los principales motores que impulsó a Mariana a seguir adelante fue su hija Leticia. «Ese día del accidente murió el hermano de mi hija, pero no murió su mamá», afirmó, recalcando que quiere seguir siendo una figura presente y fuerte para ella, porque «tiene a la mamá que merece».
Sanando a través de la introspección y la espiritualidad
En su proceso de duelo, Mariana recurrió a libros, filosofías y pensamientos para encontrar respuestas a las preguntas existenciales que surgieron tras la tragedia. «Me vi tratando de buscarle un sentido a la vida», explicó, demostrando su determinación por sanar a través de la introspección y la espiritualidad.
Honrando a Pedro con amor y fortaleza
Para Mariana, honrar a su hijo Pedro no significa quedarse en la tristeza permanente, sino seguir adelante con amor y fortaleza. «Honrarlo jamás sería quedarme en la casa amargada, llorando», sostuvo, dejando en evidencia que su enfoque es celebrar la vida y la memoria de su hijo.
El testimonio de Mariana Derderian ha abierto nuevamente el debate sobre cómo las figuras públicas viven el dolor en la era digital, y cómo cada persona tiene derecho a transitar su duelo a su manera, sin ser juzgada por ello.
