Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Nature ha arrojado nueva luz sobre el funcionamiento del complejo PRC2, una estructura proteica considerada una especie de «interruptor genético» que podría ser clave para frenar el desarrollo de enfermedades como el cáncer. La investigación, liderada por el científico chileno Rodrigo Aguilar del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Andrés Bello (UNAB), en colaboración con la Harvard Medical School, reveló cómo el ARN regula este complejo fundamental.
Durante años, el funcionamiento del PRC2 había sido un «terreno desconocido, nebuloso y polémico», según comenta Aguilar. Diferentes laboratorios ofrecían explicaciones dispares sobre cómo este conjunto de proteínas selecciona qué genes deben estar activos o silenciados, lo cual tiene un impacto directo en enfermedades donde ciertos genes se activan o desactivan de forma incorrecta.
El papel clave del ARN
Ahora, el estudio de Aguilar y su equipo ha logrado un consenso sobre cómo las proteínas del PRC2 y el ARN interactúan, en qué momentos de la vida celular lo hacen y cuáles son los requisitos para que se produzca esa interacción. La investigación propone que el ARN, especialmente los llamados ARN largos no codificantes, actúa como una guía y regulador del PRC2, ayudándolo a ubicarse en regiones específicas del ADN y, sorprendentemente, también puede inhibir su actividad.
«Esto tiene un impacto finalmente en enfermedades donde nosotros sabemos que hay genes que, si se apagan de forma incorrecta o si se prenden de forma incorrecta, pueden causar problemas», explica Aguilar, quien es bioquímico egresado de la Universidad de Concepción.
Nuevas oportunidades terapéuticas
Este hallazgo abre la puerta a que médicos e industria farmacéutica puedan diseñar terapias más precisas contra enfermedades como el cáncer, donde el complejo PRC2 se ve alterado. Si se logra identificar que estas moléculas están actuando de manera anómala en un tipo específico de tumor, se podrían desarrollar tratamientos que bloqueen esa interacción, sin afectar otras funciones vitales.
«Eso es una innovación muy grande que se está haciendo, donde tú no estás literalmente atacando solo una proteína, sino que estás atacando una proteína y todos sus socios, sus partners, que están permitiendo producir la enfermedad», explica el investigador.
Más ciencia para seguir avanzando
Ahora, el siguiente paso es seguir «escudriñando», como dice Rodrigo Aguilar. El estudio publicado se enfocó en una molécula de ARN clave, la XIST, pero también están analizando otros ARN que se han descubierto alterados en pacientes con cáncer o enfermedades neurodegenerativas, y cómo interactúan con las proteínas del PRC2.
«Nuestra idea es proponer a estas moléculas como indicadores de la presencia del cáncer, que los médicos puedan utilizarlas para diagnosticar pacientes, pero también como blancos terapéuticos novedosos, para usar en los que hoy día no tienen tratamiento», concluye Aguilar.