La historia de Josefa y Katia Fuentes es una trágica muestra de cómo un simple error burocrático puede convertirse en una pesadilla sin fin. Después de años de lucha legal para probar la paternidad de Pablo Ortíz, un reconocido agricultor de San Carlos, las hermanas se enfrentaron a una sorpresa devastadora: el cuerpo que buscaban ya no estaba en la tumba donde se suponía que debía estar.
Todo comenzó en la década de los 80, cuando la madre de Josefa y Katia, entonces de 17 años, conoció a Pablo Ortíz, un hombre de 36 años que insistió durante años en establecer una relación con ella. Finalmente, en 1992, la mujer quedó embarazada de Josefa, pero Ortíz la obligó a mantener el embarazo en secreto y a no revelar que él era el padre. Cinco años más tarde, la historia se repitió con el nacimiento de Katia.
Pese a los esfuerzos de las hermanas por obtener el reconocimiento de paternidad, Ortíz evadió sus responsabilidades y ejerció violencia psicológica y económica contra ellas y su madre. Fue solo después de la muerte de Ortíz por COVID-19 en 2021 que Josefa y Katia pudieron iniciar una demanda de reconocimiento de paternidad.
La exhumación fallida
Tras notificar a la familia de Ortíz, las hermanas Fuentes lograron programar la exhumación de su supuesto padre en el Cementerio Municipal de San Carlos. Sin embargo, cuando llegó el momento de la diligencia, la tumba estaba vacía. Para su sorpresa y consternación, lo único que encontraron fue el cuerpo de una mujer.
Según las investigaciones, el cuerpo de Pablo Ortíz había sido cremado y trasladado a Concepción en 2021, sin que las hermanas fueran informadas. El cementerio admitió una «omisión administrativa» en el registro y comunicación de este proceso, lo que dejó a Josefa y Katia luchando durante años por una exhumación que nunca debería haber ocurrido.
Buscando respuestas y justicia
Ahora, las hermanas Fuentes se enfrentan a un nuevo desafío: continuar con el proceso de reconocimiento de paternidad, esta vez con sus supuestas hermanas. Aunque lamentan haber perdido tanto tiempo y recursos, están decididas a no retroceder y a obtener la verdad que les ha sido negada durante tanto tiempo.
El caso ha puesto de manifiesto la importancia de la transparencia y la diligencia en los procesos administrativos, especialmente cuando se trata de asuntos tan delicados como la determinación de la filiación. La familia de Pablo Ortíz y el cementerio deberán rendir cuentas por este lamentable error que ha causado tanto sufrimiento a Josefa y Katia.
A pesar de los obstáculos, las hermanas Fuentes siguen adelante, convencidas de que la verdad prevalecerá y de que, finalmente, podrán obtener el reconocimiento que les ha sido negado durante tanto tiempo.