El Producto Interior Bruto (PIB) de Estados Unidos se contrajo un 0,5% en el primer trimestre de 2025 a ritmo anualizado, tres décimas más que la estimación anterior. Este retroceso marca el primer declive de la primera economía global en tres años, reflejando un impacto directo para el presidente Donald Trump y las políticas que ha implementado desde su regreso al poder en enero, como las medidas arancelarias.
Según la revisión definitiva del dato publicada por el Buró de Análisis Económico (BEA), la contracción se debió principalmente al aumento de las importaciones y la caída del gasto público. A ritmo intertrimestral, la economía estadounidense retrocedió un 0,1%, ligeramente más que en la estimación previa.
Importaciones y gasto público, claves de la contracción
La revisión a la baja del PIB del primer trimestre «refleja principalmente revisiones a la baja del gasto de consumo y de las exportaciones, que resultaron parcialmente compensadas por una revisión a la baja de las importaciones».
Las importaciones crecieron un 37,9% en los tres primeros meses de 2025, una cifra considerable que se ha revisado casi 5 puntos porcentuales a la baja con respecto a la estimación anterior. Por su parte, las exportaciones solo avanzaron un 0,4%, 2 puntos menos que el cálculo publicado en mayo.
Además, el gasto de los hogares, que supone dos terceras partes de la economía estadounidense, creció un 0,5%, siete décimas menos que en la revisión previa. El gasto público, por su parte, cayó un 0,7%, ligeramente más que en la segunda estimación.
Impacto de las políticas de Trump
Según el BEA, el aumento de inventarios en anticipación de las políticas arancelarias activadas por Donald Trump acabó resultando clave para que las importaciones aumentaran casi un 40% en enero-marzo.
En comparación con el cuarto trimestre de 2024, cuando la economía estadounidense creció un 2,4%, la caída del PIB del primer trimestre de 2025 reflejó principalmente este repunte de las importaciones, la desaceleración del gasto de consumo y la disminución del gasto público, que solo fueron parcialmente compensados por un aumento de la inversión privada.
Este retroceso económico supone un duro golpe para la administración de Trump, quien ha basado gran parte de su agenda en políticas proteccionistas y arancelarias que ahora parecen estar afectando negativamente a la primera economía mundial.
