Otakin, el querido creador de contenido conocido por sus irreverentes recomendaciones culinarias, se encuentra en una encrucijada legal que podría afectar seriamente su marca personal. Rodrigo Fernández, su nombre real, ha revelado que está en conflicto con Laboratorios Saval, una empresa que busca registrar un fármaco con un nombre muy similar al de su popular personaje: «Oftaquin».
El problema surgió cuando Otakin intentó inscribir su nombre como marca oficial. Fue entonces cuando Laboratorios Saval, alertada de la similitud fonética entre «Otakin» y «Oftaquin» (un producto oftalmológico aún no lanzado), presentó una acción legal para impedir que el influencer registre su seudónimo en el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI).
Una Batalla Desigual
Según el abogado de Otakin, Luis Alberto Manson, ambos nombres pertenecen a categorías distintas y el contenido del influencer no guarda relación con productos farmacéuticos. Sin embargo, Manson señala que este caso evidencia cómo las grandes empresas pueden bloquear iniciativas válidas de emprendedores sin una justificación sólida.
Fiel a su estilo sarcástico, Otakin se ha referido a la situación en redes sociales, cuestionando el argumento de Laboratorios Saval de que los consumidores podrían confundirse entre su personaje y un medicamento: «Miren la huéa, que va a andar siendo un remedio yo», dijo, desatando el apoyo de sus seguidores.
Identidad en Juego
Si la oposición de Laboratorios Saval es aceptada, Otakin se vería obligado a cambiar su nombre artístico o a continuar sin registrar oficialmente su marca. Esto podría afectar seriamente su identidad en redes sociales y su desarrollo comercial, abriendo un nuevo debate sobre el poder de las grandes empresas frente a los creadores de contenido independientes.
La Lucha por la Autenticidad
Otakin, fiel a su espíritu combativo, ha dejado claro que no piensa rendirse ante lo que considera un absurdo. Su abogado, Luis Alberto Manson, ha declarado que este caso evidencia cómo las grandes corporaciones pueden bloquear iniciativas válidas de emprendedores sin una justificación sólida. La batalla legal de Otakin se ha convertido en un símbolo de la lucha de los creadores de contenido por preservar su identidad y autenticidad en un mundo cada vez más dominado por los intereses de las grandes marcas.
