En el antiguo edificio modernista del Aeropuerto de Cerrillos, ahora sede del Centro Nacional de Arte Contemporáneo (CNAC), se alza una exposición que sacude los cimientos del mundo artístico chileno. ‘…pensar por una misma. En voz alta’ es una declaración de principios que reivindica el poder creativo de las mujeres, dando voz a 40 artistas de diversas generaciones cuyas obras han sido históricamente relegadas a los márgenes.
Soledad Novoa Donoso, directora del CNAC, explica que el título de la muestra proviene de una célebre frase de Coco Chanel: «El acto más valiente sigue siendo pensar por una misma. En voz alta». Esta oración se erige como un manifiesto curatorial, una afrenta silenciosa pero ruidosa a las instituciones que aún mantienen deudas históricas con el arte femenino. Según datos revelados, apenas el 24% de las obras en las colecciones estatales pertenecen a creadoras mujeres, una cifra que cae al 11,8% en el Museo Nacional de Bellas Artes y al 25% en el MAC de Santiago.
Genealogías de la Memoria y Territorio
La muestra es un «collage temporal» que yuxtapone a pioneras como Lotty Rosenfeld y Virginia Errázuriz con voces emergentes como Claudia Gutiérrez o Vania Caro. Esta estrategia tensiona la idea de la historicidad lineal, invitándonos a la simultaneidad de tiempos y a repensar las narrativas dominantes.
La poética del tránsito por la ciudad, presente en las obras de Rosenfeld, utiliza insectos como avatares políticos, íconos de la desobediencia urbana que se entrelazan con una iconografía tradicional de la política y el poder. Por su parte, Errázuriz dispone objetos reutilizados, frágiles e iconográficos, nacidos desde la calle y puestos como lenguaje colectivo en el dibujo a mano.
Estética de la Materia
En lo estético, la exposición despliega una gran variedad de materiales: veladuras «orgánicas» en la pintura de Elsa Bolívar, la sutileza del contraste escultórico/instalativo de Matilde Benmayor, la profundidad de campo, escorzo y movimiento fragmentado de Alicia Villarreal, y las junturas materiales, oposiciones integradas y segmentadas de Isidora Correa.
Este abanico evoca la desjerarquización de materiales y conecta, en ocasiones, con la tensión entre lo orgánico y lo técnico incisivo. La curaduría sugiere que la idea y la materia comparten un escenario de igualdad, donde no hay sustancia «sagrada», sino procesos creativos que circulan libremente entre tradición, vanguardia y «contemporaneidad».
Tensiones Interseccionales
Si bien la muestra aborda con energía la brecha de género en el arte, la dimensión interseccional se asoma apenas a ras de superficie. En un Chile donde las desigualdades territoriales, étnicas y de género siguen siendo vastas, una exposición «feminista» debería articular con mayor fuerza las luchas de las disidencias y los feminismos descoloniales.
La invitación a «pensar por una misma» se enriquece cuando incluye voces que no solo muestran la deuda histórica de género, sino también el legado colonial y las rupturas culturales impuestas por la modernidad eurocéntrica. Esta es una oportunidad para que el CNAC se convierta en un espacio de convivencia entre arte y comunidad, donde se escuchen las voces más vulnerables y se establezca una nueva concepción «integrada» para visibilizar la invisibilidad.
La exposición ‘…pensar por una misma. En voz alta’ es un punto de partida, no un destino. Su capacidad para contribuir a la formación de una escena chilena dependerá de si logra permear las estructuras de poder y convertir este gesto puntual en un eje sostenido de sus políticas. Solo así, las repercusiones de estas mujeres podrán incidir más allá de los muros del CNAC y generar instancias de verdadera inclusión y reconocimiento.
