En un momento crucial para la democracia chilena, donde los ciudadanos buscan líderes con visión y compromiso, los debates políticos han dejado mucho que desear. Tras ver los recientes encuentros entre los candidatos, queda claro que la capacidad de «no responder» se ha convertido en un síntoma alarmante de la clase política.
Evasión y Falta de Claridad
Desde Carolina Tohá, quien no se hace cargo de los problemas de seguridad durante su gestión, hasta Jeanette Jara, que responde con soluciones económicas ya fracasadas en el pasado, los candidatos parecen incapaces de abordar los temas con profundidad y proponer soluciones concretas. Por su parte, Jaime Mañalich es prácticamente ininteligible, mientras que Gonzalo Winter promete condonar el CAE como si fuera algo novedoso, sin mencionar el caso de los Convenios.
¿Quién Entiende Realmente lo que Está Pasando?
Más allá de los discursos emocionales y las propuestas de nombres llamativos, los candidatos parecen estar desconectados de la realidad que viven los chilenos. Evelyn Matthei y José Antonio Kast se muestran como personas distintas según el voto que quieren conquistar, y Johannes Kaiser se declara libertario, pero habla como un tradicional UDI con datos inexactos.
Como candidata a doctora en filosofía, Cristina Pastén señala que el problema de fondo es que «nadie se ha sentado a pensar», y que todos buscan un discurso breve para redes sociales, sin querer ahondar en las complejidades y contradicciones que enfrentan. La falta de doctrina del Frente Amplio se ha propagado a toda la política, dejando a los votantes sin saber si los partidos apoyarán al candidato ganador.
¿Estamos Realmente Decidiendo Algo?
Ante este panorama desolador, Pastén se pregunta: «¿Qué significa votar si este es el nivel de los candidatos? ¿Estamos realmente decidiendo algo o, en realidad, nos están pidiendo un cheque en blanco?».
La frustración es palpable, y la ciudadanía se enfrenta a la disyuntiva de elegir entre «el mal menor». Pero en esta elección, parece que ni siquiera eso está claro. Lo único que se desea es que alguien, finalmente, diga algo coherente, responda las preguntas y demuestre que entiende la realidad que vive el país.
