Las ciudades chilenas enfrentan desafíos complejos que exigen una revisión profunda de cómo se conciben, administran y transforman. La ausencia de una figura administrativa para la ciudad, la débil coordinación institucional y la fragmentación de las acciones públicas han dificultado el desarrollo de estrategias urbanas integradas. Sin embargo, la experiencia acumulada, los aprendizajes de otras realidades y la voluntad de actuar abren nuevos caminos.
1. Gobernanza: Hacia una Visión Holística de la Ciudad
El territorio chileno se organiza en una lógica administrativa de comunas, provincias y regiones, pero las ciudades no existen formalmente en esta estructura. Las grandes aglomeraciones urbanas operan como archipiélagos de comunas sin una gobernanza compartida, mientras otras ciudades se administran como unidades comunales autárquicas. Esta fragmentación limita el desarrollo presente y futuro, afectando la calidad de vida de los habitantes, dificultando el uso eficiente de recursos y restringiendo los intercambios que generan valor en la vida urbana.
La reciente figura de las Áreas Metropolitanas representa un avance significativo, al reconocer e intervenir sobre el conjunto urbano como una unidad. Esto posibilita políticas públicas más coherentes, con mayor participación y cronogramas adecuados. Desde la perspectiva de la regionalización y descentralización, se abre un campo de trabajo donde la ciudad comienza a emerger como un espacio de convivencia (civitas) y de actividad (urbs), que requiere una gobernanza que los articule.
2. Metodologías: Aprendiendo de Experiencias Exitosas
Mientras se consolidan las nuevas formas institucionales, es posible contribuir desde experiencias metodológicas que permitan actuar de forma más integrada. Algunas lecciones clave:
- Identificar y mapear exhaustivamente a todos los actores involucrados, desde instituciones públicas hasta líderes comunitarios.
- Generar un convencimiento colectivo sobre la necesidad de cambio y la responsabilidad de actuar.
- Articular esfuerzos, con el Estado asumiendo un rol de liderazgo y fomento de alianzas público-privadas.
- Desarrollar un Plan que prefigure el futuro de la ciudad, con visiones, objetivos, programas y proyectos validados por todos los actores.
- Establecer una gobernanza eficiente para la implementación, con sistemas de seguimiento, evaluación y rendición de cuentas.
3. Modelos de Intervención: Nuevos Repertorios para la Transformación Urbana
A partir de los métodos, es posible avanzar hacia la formulación de modelos de intervención que hagan operativas las ideas y estrategias. Estos modelos deben ser diversos, adaptables a contextos específicos y capaces de abordar situaciones que las políticas públicas han tenido dificultades para resolver.
Un ejemplo es el proyecto Nueva Alameda, que se desarrolla de manera coordinada entre municipios y el Gobierno Regional de Santiago, requiriendo ordenar en el tiempo los recursos de cada participante, en la escala de varias comunas, alrededor de un espacio público emblemático. Este tipo de intervenciones a largo plazo precisa de una gran capacidad de gestión, trabajo en terreno, conocimiento normativo y prevención ante la especulación.
La posibilidad de transformar nuestras ciudades depende de la capacidad de imaginar nuevos modelos, de activar consensos y de integrar a diversos actores en procesos de co-construcción. La ciudad, en su condición múltiple y cambiante, requiere herramientas flexibles, legitimadas y sostenidas en el tiempo.
En resumen, la gobernanza, las metodologías y los modelos de intervención son los pilares sobre los cuales puede construirse una nueva etapa en la gestión urbana del país. Pensar el corto y mediano plazo como base del largo plazo es una tarea necesaria, reconociendo a la ciudad como un espacio de construcción colectiva y de futuro.