Cuando una familia se enfrenta a las adicciones de un ser querido, el dolor y la incertidumbre pueden ser abrumadores. Sin embargo, la historia de Nicolás Solabarrieta demuestra que incluso en los momentos más oscuros, el amor y la determinación pueden abrir el camino hacia la sanación.
En una emotiva entrevista en el programa «Podemos Hablar», Nicolás abrió su corazón para compartir su experiencia con las adicciones de su padre, Fernando Solabarrieta. Desde una edad temprana, Nicolás fue testigo de cómo las drogas consumían a su progenitor, una realidad que lo marcó profundamente.
Enfrentando la Realidad con Valentía
Nicolás relató que, a pesar de los esfuerzos de su madre por mantener la situación en privado, eventualmente se hizo imposible ocultarla. «Mi mamá siempre trató de que no nos involucráramos, pero con el tiempo se hizo insostenible», explicó. Fue entonces cuando Nicolás, asumiendo el rol de hermano mayor, decidió encarar la realidad de frente.
En una conversación sincera con su madre, Ivette Vergara, Nicolás se enteró de la verdad sobre las adicciones de su padre. «Yo fui el que preguntó, y ahí me contaron. Desde entonces, asumí un rol de hermano mayor, tratando de proteger a mis hermanos para que no se enteraran, porque eran muy chicos», relató con madurez.
La Lucha por Mantener el Vínculo
A pesar de las dificultades, Nicolás nunca perdió el vínculo con su padre. Incluso cuando se vio obligado a dejar el país por una oportunidad laboral, hizo todo lo posible por despedirse de él. «No estábamos teniendo contacto, porque él no quería que nadie lo viera, pero yo me iba y no sabía por cuánto tiempo», explicó.
Al reencontrarse, Nicolás se enfrentó a una realidad devastadora. «Sí me abrió la puerta, y claramente lo vi en unas condiciones que no le deseo a nadie… ver a tu viejo en ese estado es devastador», confesó con profunda emoción.
Separando al Ser Querido de la Enfermedad
Aunque la situación era desgarradora, Nicolás supo mantener la esperanza y el amor por su padre. «Siempre ha estado la persona adicta y está mi papá. Yo siempre me voy a quedar con la imagen de mi papá», afirmó con determinación.
Esta capacidad de separar al ser querido de la enfermedad que lo aqueja es una de las lecciones más valiosas que Nicolás aprendió en su travesía. «Fue muy doloroso. Ahí me di cuenta que no podía seguir peleado con él. Porque al final, cuando alguien vive algo así, lo que más necesita es apoyo», concluyó.
La historia de Nicolás Solabarrieta es un testimonio de la fuerza del amor y la resiliencia familiar. A través de su valentía y compasión, nos recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, la conexión y el apoyo pueden ser el camino hacia la sanación.