Ximena Muñoz González, una estudiante de 18 años de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), se ha visto enfrentada a un desafío significativo en su trayectoria académica. Desde que nació, Ximena ha vivido con atrofia muscular espinal tipo 2, una enfermedad genética que causa debilidad y afecta a las neuronas motoras en la médula espinal.
Debido a su condición, Ximena tiene dificultades para movilizarse y asistir regularmente a clases, especialmente durante los meses de invierno, cuando su sistema inmune se encuentra más vulnerable. Esto ha supuesto un obstáculo importante para su educación, ya que la UCSC exige un porcentaje mínimo de asistencia presencial para aprobar las asignaturas.
Cuando Ximena expuso su situación a la universidad al momento de matricularse, le informaron que la máxima flexibilidad que podían ofrecerle era una reducción del 50% en la asistencia obligatoria. Sin embargo, al poco tiempo de iniciar el semestre, le notificaron que su asistencia estaba por debajo de lo requerido, dejándola desconcertada.
Ximena solicitó entonces poder continuar con un régimen híbrido que le permitiera asistir a clases de forma virtual y realizar evaluaciones de manera telemática. Lamentablemente, esta solicitud fue denegada, ya que la carrera de psicología exige una formación presencial para asegurar el cumplimiento del perfil de egreso.
La Respuesta de la UCSC
Consultada por BioBioChile, la UCSC señaló que la alumna ingresó a una carrera presencial, con pleno conocimiento de las exigencias académicas. No obstante, la universidad afirmó contar con una Unidad de Inclusión Estudiantil cuya función es apoyar a los estudiantes con discapacidad, proporcionándoles los ajustes y apoyos necesarios.
En el caso de Ximena, la UCSC explicó que ya le habían otorgado la eximición del 50% de asistencia y que se contemplaba un régimen flexible ante posibles problemas de salud, previa presentación de certificados médicos.
Buscando una Solución Inclusiva
Aunque la UCSC ha implementado algunos ajustes, Ximena siente que su situación no ha sido resuelta de manera satisfactoria. La joven estudiante continúa luchando por encontrar una solución que le permita continuar sus estudios de psicología sin poner en riesgo su salud y bienestar.
Este caso pone de manifiesto la importancia de que las instituciones educativas adopten un enfoque verdaderamente inclusivo, que vaya más allá de los ajustes mínimos y se esfuerce por comprender y atender las necesidades específicas de cada estudiante con discapacidad. Solo así podrán garantizar la igualdad de oportunidades y el pleno desarrollo académico de todos sus alumnos.