Un ex participante del popular programa juvenil «Rojo, el color del talento» ha revelado detalles impactantes sobre las prácticas cuestionables que se llevaban a cabo dentro del espacio televisivo. John Soto, un cantante venezolano que formó parte del programa en 2018, compartió su experiencia en el podcast «Reyes del Drama», exponiendo las irregularidades y presiones a las que eran sometidos los concursantes.
Según Soto, al llegar al programa, los participantes debían firmar un contrato que les impedía hablar sobre lo que sucedía en el interior del programa. Sin embargo, a pesar de esta restricción, el programa no les brindaba una remuneración justa por su trabajo. «Cuando llegas a ‘Rojo’ te hacen firmar un contrato, no puedes decir nada de lo que pasa adentro, pero a la vez no te pagan y uno tiene que estar ahí todo el día», denunció el ex concursante.
Esto, según Soto, dificultó seriamente el proceso de regularización migratoria de los participantes extranjeros, ya que no podían demostrar vínculos laborales en el país. «Rojo, a pesar de tener un contrato, no me pagaba, entonces no tenía imposición de nada», explicó.
Pero las revelaciones de Soto van más allá. Él afirma que el programa se alejaba de su objetivo principal de mostrar el talento de los jóvenes, y en su lugar, se enfocaba en generar situaciones polémicas y escandalosas para captar la atención de la audiencia. «El director de contenido nos decía que tenía reuniones a puerta cerrada para ver qué se hacía, porque había que crear cahuines. Nos proponían besarnos entre nosotros y cosas así», reveló el ex participante.
Estas prácticas cuestionables ponen en tela de juicio la integridad y el enfoque del programa «Rojo, el color del talento», que en teoría debería ser un espacio para fomentar y desarrollar el talento de los jóvenes. Las declaraciones de John Soto han generado una ola de indignación y han llevado a cuestionar las verdaderas prioridades del programa.
Irregularidades Laborales y Manipulación de Contenido
Las revelaciones de John Soto exponen dos problemas fundamentales en el funcionamiento del programa «Rojo, el color del talento». Por un lado, la falta de una relación laboral formal y justa con los participantes, lo que dificultaba su situación migratoria y les negaba los derechos y beneficios que deberían tener como trabajadores.
Por otro lado, el enfoque del programa en generar situaciones polémicas y escandalosas, en lugar de centrarse en el desarrollo y la exhibición del talento de los jóvenes, pone en duda la integridad y los objetivos reales del espacio televisivo. Según Soto, los productores del programa buscaban deliberadamente crear «cahuines» y situaciones controvertidas, incluso llegando al extremo de proponer a los participantes que se besaran entre sí.
Estas prácticas cuestionables revelan una preocupante desviación de los principios que deberían regir un programa de este tipo, que debería ser un espacio de oportunidad y crecimiento para los jóvenes talentos, y no un escenario de manipulación y morbo.
Llamado a la Transparencia y la Protección de los Participantes
Las revelaciones de John Soto han generado un llamado a la industria televisiva y a las autoridades correspondientes para que se implementen medidas que garanticen la transparencia y la protección de los derechos de los participantes en programas de este tipo.
Es fundamental que se establezcan contratos laborales justos, que aseguren una remuneración adecuada y el cumplimiento de las obligaciones legales. Además, se debe velar por que los participantes puedan expresar libremente sus experiencias sin temor a represalias, y que los programas se enfoquen verdaderamente en el desarrollo y la exhibición del talento, en lugar de priorizar el morbo y el escándalo.
Solo a través de la implementación de estas medidas se podrá garantizar que los programas de talento como «Rojo, el color del talento» cumplan con su verdadero propósito de ser espacios de oportunidad y crecimiento para los jóvenes, y no escenarios de explotación y manipulación.