La crisis alimentaria que azota a Gaza es devastadora. Más de dos meses lleva el bloqueo impuesto por Israel a toda ayuda humanitaria con destino a la Franja, lo que ha llevado a una grave crisis de hambruna que afecta principalmente a los más vulnerables: bebés, niños y niñas.
Un claro ejemplo es el caso de Siwar Ashour, una bebé de 5 meses que apenas pesa 2 kilos. Atendida en el hospital Nasser de Gaza, Siwar «está ronca. Su voz se ha quedado sin energía para expresar plenamente su angustia. No puede digerir la leche de fórmula normal y los médicos afirman que el bloqueo israelí significa que los suministros de los alimentos que necesita son escasos».
La madre de Siwar, Najwa, relata con desesperación que «no había comida cuando di a luz (a Siwar). Ahora solo toma leche de fórmula, y no sabemos cómo vamos a poder proporcionársela». Las imágenes muestran a la pequeña bebé con evidentes signos de desnutrición, con una cabeza aparentemente más grande que su complexión debido a la falta de grasa en sus extremidades.
Una crisis humanitaria sin precedentes
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se han registrado al menos 10.000 casos de desnutrición aguda infantil desde inicios de este año en Gaza. Además, el costo de los alimentos ha aumentado hasta un 1.400%.
A finales de abril, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) informó que se acabaron sus reservas de comida para las familias en Gaza. Unas 25 panaderías que recibían el apoyo del PMA han tenido que cerrar, junto con comedores sociales y recintos de ollas comunes que se dedicaban a ayudar a cientos de miles de palestinos y palestinas ante la falta de alimento.
Según las cifras de la ONU, cerca de 3.700 niños fueron diagnosticados hasta el mes pasado con desnutrición infantil aguda, lo que representa un aumento del 82% respecto a febrero. Un escenario que el entonces secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, calificó hace más de un año como «100% de la población en Gaza enfrenta niveles severos de inseguridad alimentaria aguda. Es la primera vez que una población entera ha sido clasificada así».
Familias desesperadas buscan alternativas
El elevado costo de los alimentos en Gaza ha obligado a las familias a buscar nuevas alternativas para enfrentar el hambre. Los precios desorbitados de la harina han generado que los gazatíes improvisen la elaboración de pan a partir de lentejas molidas, que son mucho más baratas.
Mustafa Shalay, un residente de Gaza, cuenta que «el hambre que estamos viviendo no se puede describir». Su familia solo puede hacer una comida al día, y para el pan «no importa si son lentejas, frijoles, arroz o pasta. Todo ello sirve para moler y conseguir una pasta que luego se hornea».
Ante los «precios astronómicos» de un saco de 20 kilos de harina, que puede llegar a costar en Gaza más de 350 euros, un kilo de lentejas cuesta solo 5 euros y molerlo en una tienda 2 euros. Sin embargo, Mustafa lamenta: «No sé qué hará la gente cuando se les acaben las lentejas y los frijoles».
Acusaciones cruzadas entre Israel y Hamás
Mientras la crisis humanitaria se agrava, algunos políticos israelíes cercanos al primer ministro Netanyahu niegan la existencia de la hambruna en Gaza. El parlamentario Boaz Bismuth asegura que «hay comida en Gaza» y que «Israel no implementaría semejante restricción si la población no tuviera comida».
Por su parte, el embajador de Israel en Chile, Gil Artzyeli, afirma que «los únicos que tienen hambruna y sufren en Gaza ahora, son los secuestrados israelíes». Según él, el problema es Hamás, que «tiene en sus bodegas un montón de comida» que no distribuye a la población.
Estas declaraciones coinciden con las del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, quien también acusó a Hamás de ser responsable de la mayoría de los saqueos que han afectado a la ayuda humanitaria enviada a Gaza.
Un plan cuestionado de EEUU y Israel
En medio de la crisis, el embajador estadounidense en Israel, Mike Huckabee, aseguró que el presidente Trump ordenó introducir ayuda humanitaria en Gaza lo antes posible. Sin embargo, el plan propuesto por Israel y EEUU ha sido cuestionado por la ONU, que considera que está «diseñado para controlar y restringir aún más los suministros».
Según la Secretaría General de la ONU, la iniciativa israelí «parece estar diseñada para obligar a la población a desplazarse al sur de Gaza, ya que sus centros de distribución se concentrarían allí. Agencias de la ONU han esgrimido que pareciera que Israel intenta ‘utilizar la ayuda como arma'».
Con la crisis alimentaria empeorando y las acusaciones cruzadas, la situación en Gaza se perfila cada vez más dramática, con miles de bebés y niños condenados a la desnutrición y la inanición.