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viernes, mayo 9, 2025

Raíces Resilientes: Cómo un Viejo Roble Inspira Esperanza en Tiempos Oscuros

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Ken Loach, el legendario director británico, cierra una trilogía sobre pueblos abandonados del norte de Inglaterra con su película más reciente, El Viejo Roble. Tras retratar las dificultades de la clase trabajadora en Yo, Daniel Blake y Sorry We Missed You, Loach ahora se enfoca en cómo una comunidad deprimida y olvidada responde a la llegada de refugiados sirios, explorando temas de solidaridad, memoria y esperanza en tiempos oscuros.

Abandonados, pero no derrotados

El punto de partida de Loach fue la realidad del abandono que sufren muchas regiones del norte de Inglaterra. Las antiguas industrias como la construcción naval, la siderurgia y la minería del carbón han desaparecido, y poco se ha hecho para reemplazarlas. Pueblos que alguna vez fueron prósperas comunidades orgullosas de su tradición solidaria y su vida cultural, ahora se encuentran abandonados a su suerte por los políticos, tanto conservadores como laboristas.

«Habíamos hecho dos películas en el noreste, historias de personas atrapadas en esta sociedad fracturada. Inevitablemente ambas acabaron mal. Sin embargo, habíamos conocido a gente fuerte y generosa que responde a estos tiempos oscuros con valentía y determinación. Sentimos que teníamos que hacer una tercera película que reflejara eso, pero que tampoco minimizara las dificultades a las que se enfrenta la gente y lo que ha sufrido esta zona en las últimas décadas», explica Loach.

Dos comunidades, un futuro incierto

Cuando el gobierno británico finalmente aceptó refugiados de la guerra en Siria, una vez más el noreste de Inglaterra fue la región que más acogió a estas familias. Paul Laverty, el guionista, escuchó las historias de lo que había ocurrido cuando las familias sirias llegaron por primera vez, y decidieron que esa era la historia que debían contar.

En un pueblo semi-abandonado, donde las viviendas se venden a menos del 20% de su antiguo valor, se encuentra un pub que es el último vestigio de la vida comunitaria. Allí se reúnen a diario un grupo de hombres, testigos del declive de su hogar. Cuando llegan las familias sirias, huyendo de la dictadura de Bashar al-Assad, se despertarán posturas y reacciones polarizadas, entre el rechazo y la solidaridad, entre la «memoria» de los viejos tiempos y el presente con sus nuevos valores.

Shukran: El Poder de la Gratitud

En medio de este escenario de desesperanza, El Viejo Roble se convierte en un llamado a la memoria colectiva, a los actos de solidaridad y al compromiso por el bien común. La película insiste en la palabra «shukran», que significa «gracias» en árabe, destacando el valor de agradecer como un primer paso para construir vínculos y redes entre las comunidades.

«¿Cuántas personas trabajando juntas? Qué lugar tan bonito, me hace querer tener esperanza de nuevo», dice uno de los personajes, Yara, al ver la unión de la gente en torno a la milenaria iglesia del pueblo.

Un Mensaje Universal de Lucha y Resiliencia

A través de esta pequeña y particular historia, Ken Loach nos entrega un mensaje universal sobre la importancia de conectarnos con nuestros entornos, con las personas que nos rodean y las que están un poco más allá. Es un llamado a la acción, a ser agentes de cambio y a construir un mundo mejor, incluso en los momentos más oscuros.

Con El Viejo Roble, Loach posiblemente cierra una etapa de su carrera cinematográfica, pero deja una huella imborrable en la memoria colectiva, inspirando a las audiencias a cultivar la esperanza, la solidaridad y la gratitud como herramientas para enfrentar los desafíos de nuestro tiempo.

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