¿Te quejas constantemente sobre todo? Si es así, podrías estar sufriendo de lamento crónico, una condición que va más allá de una simple queja ocasional. Descubre las causas, los efectos y las formas de superar este hábito perjudicial.
¿Por qué nos quejamos tanto?
Según la neurociencia, nuestro cerebro está diseñado para identificar amenazas y problemas, lo que explica por qué es tan fácil centrarnos en lo negativo. Algunas personas tienen más tendencia a quejarse que otras, ya sea como un mecanismo de afrontamiento para liberar tensión o para buscar validación.
El problema surge cuando el acto de quejarse se vuelve crónico y se extiende a múltiples ámbitos de la vida.
Esto puede tener un impacto significativo en nuestra salud emocional, mental e incluso física, tanto para nosotros como para quienes nos rodean.
Los efectos del lamento crónico
Investigaciones recientes han encontrado que el hábito de quejarse puede provocar cambios estructurales en el cerebro, lo que a su vez genera problemas en la resolución de problemas, la toma de decisiones y la función cognitiva. Esto crea un círculo vicioso, ya que la disminución de estas habilidades lleva a más frustración y, por ende, más quejas.
Además, se ha observado que el lamento crónico se asocia con sintomatología ansioso-depresiva, como pensamientos intrusivos, baja autoestima, cansancio y fatiga mental. Las personas que se quejan por todo suelen ser más pesimistas y menos resilientes ante las adversidades.
Estrategias para superar el lamento crónico
Afortunadamente, existen formas de romper este hábito perjudicial y desarrollar una actitud más positiva y constructiva. Algunas estrategias recomendadas por los expertos incluyen:
1. Practicar la gratitud
Llevar un registro de las cosas por las que estamos agradecidos ayuda a cambiar nuestra perspectiva y enfocarnos en los aspectos positivos de la vida.
2. Buscar soluciones
En lugar de quejarnos, hacer una lista de posibles acciones para mejorar una situación nos da una sensación de control y reduce la frustración.
3. Prestar atención a nuestras palabras
Ser conscientes del lenguaje que utilizamos y modificarlo para que sea más positivo o neutral puede ayudarnos a cambiar nuestro patrón de pensamiento.
4. Establecer límites con los demás
Evitar conversaciones centradas en lo negativo y proponer un enfoque más constructivo para abordar los problemas.
Recuerda que estas estrategias pueden reforzarse con el apoyo de la terapia psicológica, según tu contexto y necesidades. ¡Libérate de la negatividad y mejora tu bienestar!