Introducción
Para mantener una vida saludable en la actualidad, es necesario tener un balance entre la actividad física y la alimentación. Los batidos son una opción rápida y fácil para acompañar la dieta del día a día, sin embargo, su utilización puede ser controversial.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una dieta saludable incluye frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales. Para los adultos, se recomienda consumir al menos 400 gramos de frutas y hortalizas al día, excepto papas, batatas, mandioca y otros tubérculos feculentos. Pero, ¿qué pasa con los batidos?
Los batidos de frutas y verduras
Alimentos como la frambuesa, sandía, plátano, zanahoria o pepino son frutas y verduras de estación que pueden transformarse en batidos mezclados con agua, leche o yogurt. Según los datos de la OMS, comer frutas y verduras al día reduce el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles y garantiza una ingesta diaria suficiente de fibra dietética.
Los batidos, según la nutricionista Priscila Cabezas Salgado, son una forma de aumentar el consumo de frutas y verduras, sin embargo, siempre se va a priorizar que los pacientes utilicen la fruta o la verdura en sí. Desde sus beneficios, los batidos de frutas y verduras ayudan al tránsito intestinal y deben ser un equilibrio de carbohidratos, proteínas y grasas saludables.
Contraindicaciones
El mezclar ciertos tipos de frutas, pese a que son beneficiosas, puede ocasionar un efecto contrario al que se quiere lograr. Por ejemplo, las frutas ácidas y cítricas, como la piña o naranja, no deben mezclarse con frutas dulces, tales como los plátanos o peras, pues esto sería perjudicial en personas con un tránsito intestinal o dolor estomacal persistentes, ya que esto provocaría su aumento y daño.
Un batido poco saludable sería uno que únicamente tuviera fruta o mucho jugo de fruta, uno que estuviera cargado de azúcar añadido y que no fuera muy equilibrado. No existe una regla general o específica que indique que ciertas frutas no pueden mezclarse, depende de la persona, de su tolerancia, su flora intestinal, su tránsito intestinal y su metabolismo en sí. Ante esto, es importante evaluar de qué manera reacciona el organismo ante el consumo de ciertas frutas o verduras, y ser complementado con la evaluación de un especialista.