El fin de los combustibles fósiles está cerca
El pasado miércoles 13 de diciembre fuimos testigos de cómo la 28ava versión de la Conferencia de las Partes (COP), llevada a cabo en Dubái -y, por ende, no absenta a polémicas- finalizaba con una llamativa declaración: es el “comienzo del fin” de la era de los combustibles fósiles. Las reuniones de la COP, que buscan evaluar y definir los lineamientos necesarios para combatir el cambio climático, conllevan una negociación desafiante. Agentes con intereses económicos arraigados en la explotación y exportación de combustibles fósiles suelen restar al diálogo necesario.
De todas maneras, la última versión de la COP se destaca por llegar a acuerdos aparentemente alentadores, aunque desafiantes. Esta vez, todos los miembros participantes escuchan y reconocen las conclusiones de la voz científica. Son conscientes de la causa del problema, y todos ratifican la meta propuesta del acuerdo de Paris de 2015, que busca no superar un calentamiento global mayor a 1,5°C respecto a los niveles pre-industriales.
Para esto, el nuevo acuerdo amerita que los miembros participantes apliquen acciones y medidas que ayuden a triplicar la capacidad energética renovable para 2030, reduciendo además las emisiones de sistemas energéticos basados en combustibles fósiles. Además, se dio inicio a lo que podemos llamar el “fondo de resiliencia”, alcanzando unos 700 millones de dólares luego de ser ratificado. Esto, con el objetivo de dar soporte a los países subdesarrollados que están sufriendo los mayores impactos del cambio climático, y que, a su vez, no tienen la capacidad de adaptación necesaria para sobrevivir y desarrollarse.
Desafíos en el camino
Pero ¿Es suficiente? ¿Cómo es posible llevar a cabo una transición igualitaria? ¿Es posible mantener la anomalía en temperatura bajo la meta de 1,5°C? La carrera se ve un poco compleja. 2023 está cerrando como el año más cálido registrado en la historia. Es más, julio presentó regiones que superaron la brecha de 1,5 °C. Este “año especial”, caracterizado por altas temperaturas sin precedentes, y un fenómeno del Niño intenso como potencial explicación, nos demuestra lo cerca que estamos de la brecha que nos comprometimos a no superar. En buen chileno, “estamos en la quemada”.
A pesar de tener acuerdos aparentemente positivos en esta COP, no hay claridad y detalle en la metodología que se implementará para aplicar los planes de transición y fondo propuestos. Aunque países como Arabia Saudita, o Emiratos Árabe suscriben al tratado, éstos buscarán, y posiblemente, ya tengan planes secundarios donde optimizan la explotación y exportación de crudo ante los condicionantes acordados. El tener un objetivo aparentemente claro, pero una metodología abierta a interpretaciones, puede ser un arma de doble filo que levante sospechas ante países con economías dependientes de combustibles fósiles.
De todas maneras, el papel de Chile ante estos compromisos debería alentar un nivel de orgullo, “al estar haciendo su tarea” y ser reconocido como líder regional por su rápido proceso de descarbonización y transición energética. Estaremos atentos a las próximas reuniones de Azerbaiyán 2024 y Brasil 2025, donde se evaluarán los diferentes logros y procesos de transición. Pero lo que es seguro, ya sobrepasamos el “comienzo del fin” de un mundo sin los impactos del cambio climático.