Introducción
Se acerca la fecha de rendición de la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES). Numerosos jóvenes se encuentran ansiosos ante la proximidad de este evento y la necesidad de tomar decisiones acerca de sus futuros estudios, especialmente si están a punto de finalizar el cuarto año de educación media, dado que tendrán que ingresar a la educación superior el próximo año. O al menos eso se dice en el papel.
En total, entre las 140 instituciones de educación superior que operan en el país, incluyendo Centros de Formación Técnica (CFT), Institutos Profesionales (IP) y universidades, se registra una población de 1,3 millones de estudiantes actualmente matriculados en programas académicos en Chile para el año 2023.
En este contexto, cabe plantearse la interrogante de si todos esos futuros profesionales tomaron la decisión más adecuada y si en general los estudiantes deben ingresar de inmediato a la educación superior, buscar empleo o analizar otras opciones.
La tasa de retención de 1er año de pregrado
El informe del Servicio de Información de Educación Superior (SIES), “Retención de 1° Año de Pregrado, Cohortes 2016-2020”, dio cuenta que la tasa de retención de 1er año de pregrado para los que ingresaron en 2020, que considera la continuidad de los estudiantes matriculados en la misma carrera e institución en el año académico 2021, fue de 75,6%. Es decir, un 24,4% desertó en el primer año 2020.
A partir de la experiencia de Fundación por una Carrera, es posible afirmar que no existe una fórmula absoluta, ya que las opciones son variadas y están condicionadas por diversos factores, entre los que se incluyen las circunstancias familiares, el contexto circundante y las características de cada joven. Estos elementos son determinantes para discernir cuál alternativa se presenta como la más adecuada en cada situación particular.
El año sabático como opción
De acuerdo con lo expresado por ciertos autores, la inactividad o la toma de un año sabático, tampoco se revela como una opción saludable o adecuada para el estudiante. Consideremos, por ejemplo, el caso de un joven que, mientras sus amistades ingresan a la educación superior o consiguen empleo, se ve en la posición de permanecer inactivo. En esta situación, surge la cuestión de cómo se siente y cómo puede validar sus competencias. Es evidente que se encuentra en una posición desvinculada de la realidad de su entorno, lo que podría tener un impacto negativo en su autoestima, sus relaciones interpersonales y, a largo plazo, en su bienestar psicológico.
Sin embargo, ¿qué ocurre cuando nos enfrentamos a la situación de un joven que experimenta una significativa ansiedad debido a la falta de claridad sobre su elección de carrera y la transición a la educación superior, mientras observa a sus compañeros manifestar un fuerte entusiasmo por sus estudios y tener una clara orientación profesional? ¿Resulta conveniente en este escenario motivar a esta persona a emprender estudios, incluso si carece de claridad, con el fin de ‘no perder’ un año?
Nuevamente, nos encontramos ante la misma disyuntiva, la cual está condicionada por el contexto, la situación socioeconómica y las características personales del individuo en cuestión. Por lo tanto, no existen soluciones instantáneas para abordar esta problemática, pero sí resulta fundamental comprender por qué un estudiante experimenta ansiedad en relación con su ingreso a la educación superior.
La importancia de la reflexión y el plan de acción
Es necesario indagar acerca de cuáles son sus temores, prejuicios y aprehensiones en torno al proceso de estudio y/o empleo. Reconocer y validar la normalidad de sentir temor ante los cambios constituye un paso esencial. Para lograrlo, es necesario ser conscientes de dichos miedos e inseguridades.
Además, es importante plantearse qué expectativas albergan respecto a su futuro, cómo visualizan su proyecto de vida a medio plazo, cuáles son sus aspiraciones y metas. A partir de estas reflexiones, se puede trazar un plan de acción que contemple metas concretas. En este contexto, radica la clave; quizás la persona no emprenda estudios en el próximo año, pero previamente habrá analizado sus motivos y elaborado un plan estratégico que le proporcionará seguridad y confianza en medio de la incertidumbre que supone decidir si estudiar o no después de rendir la PAES.