Los ecosistemas no tienen fronteras
Durante los días 6 al 9 de agosto, se celebró en Belem do Para la Cumbre Amazónica, donde participaron los Estados parte de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA). El objetivo del encuentro fue reactivar la OTCA como espacio de coordinación amazónica, y levantar una declaración con acuerdos políticos para acelerar la acción climática y detener la deforestación del Amazonas, evitando un punto de no retorno en su deterioro.
La noción de patrimonio y ecosistema común, son fundamentos vitales de estas negociaciones, cuestión que impacta positivamente tanto a la región amazónica, como en general a la de América Latina y el Caribe. Como antecedente, tanto la pre-cumbre celebrada en julio en Leticia, como la ocurrida en Belem do Para, se basan en los acuerdos alcanzados por los estados del OTCA en el Pacto de Leticia. En él, se reconoció el valor del Amazonas como espacio fundamental de la biodiversidad y “regulador del clima”. Además, los Estados se comprometieron a “fortalecer la acción coordinada” para valorar bosques y “luchar contra la deforestación y degradación forestal”.
Como medida concreta, se estableció el compromiso de crear una “Red Amazónica de Cooperación” para enfrentar desastres naturales en la zona, generando una coordinación permanente entre los Centros de Emergencia de los países amazónicos. Así, un objetivo de estas cumbres es reactivar estos acuerdos y la cooperación efectiva entre estados para la protección del Amazonas.
La manera en que los Estados amazónicos están intentando abordar los desafíos de dicha zona, ilustran fielmente el hecho de que los ecosistemas no respetan fronteras, más bien, muchos de ellos las traspasan. En América Latina y el Caribe, el Amazonas es un patrimonio transnacional por excelencia, pero también lo son la Cordillera de los Andes, el océano pacífico o el arrecife mesoamericano. En este sentido, la protección de estos patrimonios ambientales requiere de la acción colectiva y coordinada de los Estados que habitan en ellos.
Por ello, es relevante enfocarse en analizar el proceso que están llevando los países de la OTCA respecto del Amazonas, especialmente en un contexto donde los efectos del cambio climático se intensifican cada día más.
Impactos transnacionales de los ecosistemas
Ciertamente, los impactos climáticos en ecosistemas transfronterizos pueden tener efectos transnacionales, afectando a dos o más países. Por ejemplo, los grandes incendios en el Amazonas, han afectado a la Amazonía brasileña, pero también la peruana, boliviana y colombiana. Otro impacto que paralelamente afecta a diversas naciones, es el derretimiento de glaciares de la Cordillera de los Andes. Este proceso perturba la estabilidad de las fuentes hídricas y aumenta el riesgo de inundaciones en zonas andinas. Lo mismo ocurre con el arrecife mesoamericano, donde la acidificación del océano ha incrementado la vulnerabilidad y deterioro de la biodiversidad marina de este sector, que es crucial para las comunidades y culturas que habitan la zona.
Considerando lo anterior, asumir que los ecosistemas traspasan fronteras es fundamental para promover políticas de cooperación y coordinación efectiva en materia ambiental y climática. Con el 27% de agua dulce del planeta y casi la mitad de su biodiversidad terrestre, la región de América Latina y el Caribe, es fundamental para detener el avance del cambio climático. En este sentido, una mayor coordinación entre los países de la región puede contribuir a un mejor manejo del impacto climático global, y al diseño de mejores medidas de adaptación.
Cooperación regional y global
Los acuerdos de la Cumbre Amazónica y el rol de la OTCA, pueden aportar diseños útiles para el avance de la cooperación regional en protección de ecosistemas y adaptación climática. Establecer lineamientos comunes entre los países que comparten ecosistemas, requiere de políticas de alcance regional y posturas comunes sobre estos tópicos en foros y negociaciones globales. Poco sirve que, en el caso de patrimonios naturales transfronterizos, un Estado tome medidas y los otros no. Constituir instituciones de cooperación y coordinación permanente es vital para que efectivamente protejamos bienes comunes naturales en la región. Aislarse regional y globalmente repercute negativamente en la acción climática y la protección de la biodiversidad, siendo la cooperación regional y global una condición esencial para resguardar comunidades y ecosistemas.